miércoles, 28 de septiembre de 2016

ARRULLADO POR EL MAR



ARRULLADO POR EL MAR

A Toto le brillaban los ojos de emoción, no daba crédito a lo que había escuchado, su mamá, le dijo a su papá que apenas despuntara el sol se llevara al niño para la playa a trabajar con él, ya que quería hacerle una torta sorpresa como regalo de cumpleaños. 

Esas palabras le retumbaban en el oído, a tal extremo que había perdido el sueño, la emoción de su cumpleaños número 8, lo llenaba de algarabía sumado al hecho de ir a la playa, pasatiempo que sabía aprovechar ya que nadaba muy bien, y una vez sumergido en profundas aguas, jugaba con sus amigos imaginarios, la sirena el pulpo y la ballena, los cuales además hacía ya bastante tiempo que no visitaba, porque su papá no quería llevarlo mas a la playa, precisamente porque no le gustaba bañarse en la orilla.

La noche se hacia interminable y Toto no conciliaba el sueño, por lo que pidió a sus amigos imaginarios que lo acompañaran esa noche, la sirena fue la primera en acudir:

-Hola Toto, yo tampoco podía dormir, pensando en lo mucho que nos divertiremos…
-Siii mañana será un día muy especial… -Contestó Toto- ¡Es mi cumpleaños!...

La sirena emocionada gritó:

-Entonces mañana cantaremos cumpleaños feliz y apagaremos las velas ¿Cuántas velas vas a llevar?
-Shhhhhhhh baja la voz que vas a despertar a mis papás… –Replicó Toto- Son ocho años por lo tanto son ocho velas, pero no voy a llevar ninguna
-Porqueee… -Preguntó la sirena asombrada-
-Por que en el mar no se pueden encender velas, lo calentaría y éste perdería el frio
-Nooo, eso si que nooo… -Contestó el pulpo sobresaltado, que estaba sentado en una esquina de la habitación escuchando la conversación sin que sus amigos se dieran cuenta de que él estaba allí- 

La sirena entre asustada y molesta se dirigió al pulpo:

-¿Y que haces tu allí escondido? ¿Cuándo llegaste?
-Llegué hace rato, lo que pasó es que oí hablar de tortas y cumpleaños y me quedé callado sobándome la barriga y saboreándome la torta… -Con dos manos se sobaba la barriga y con una tercera se limpia la boca- Pero me asusté mucho cuando oí lo de calentarse el mar, se imaginan, yo tendría que andar todo el tiempo con los ocho brazos extendidos hacia arriba y fuera del agua, en vez de parecer un pulpo voy a parecer una araña mona… -Jajajajaja… -Todos rieron-

Toto preguntó al pulpo:

-¿Has visto a la ballena? ¿Sabes porque no ha llegado?
-La última vez que la vi estábamos todos juntos jugando ¿Se acuerdan?... –Respondió el pulpo- Pero de todos modos es mejor que no venga, ¡Si van a calentar el agua!, y esa si es verdad que no soporta el calor…             

La sirena le salió al paso al pulpo:

-Nooo mijito Toto no va a llevar velas…

El sol comenzó a tocar las ventanas del cuarto de Toto, por lo que éste reaccionó rápidamente:

-Bueno ya mamá y papá se levantaron es hora de irnos nos vemos en la playa…

El viaje fue rápido y placentero, y una vez en la playa Toto corrió al agua, se disponía a adentrarse en aguas profundas para encontrarse con sus amigos, cuando se acordó de una advertencia que le hizo su papá –Si no te bañas en la orilla te saco por las orejas y te castigo… -Tal reflexión lo obligó a permanecer en las riberas de la playa, allí se puso a flotar hasta quedarse dormido. En su sosegado letargo disfrutaba del arrullo que le brindaba el mar, sin percatarse que en cada mecida que le ofrecían las olas se entretejían hilos de abismos peligrosos producidos por la lejanía. 

Voces distantes le advertían que debía despertar, pero un atrayente sueño lo empujaba a los dominios del peligroso tiburón, que metamorfoseado en su gigantesca amiga la ballena lo alejaba cada vez mas de su entorno natural para acercarlo al oscuro enigma del no retorno.  

-¡Despierta Toto, despierta Toto!… -Le gritaba desesperadamente la sirena- 

Una súbita y fuerte palmada en la mejilla lo sacó del letargo rápidamente y aun soñoliento no percibía el peligro en que estaba metido, el pulpo desesperado le dijo:

-Por Dios, yo creí que nunca ibas a despertar, estas muy lejos de los tuyos y corres grave peligro...

-¿En donde estoy? ¿Cómo llegué aquí?
-Las olas te trajeron y estas en los dominios del peligroso tiburón que viene por ti
-Dios mío no se a donde dirigirme solo veo agua por todos lados
-Sígueme yo te guio… -Le respondió la sirena-

Toto siguió a la sirena, ambos nadaban con vehemencia, el tiburón ya había sentido el olor del niño e iba tras su búsqueda, el agotamiento físico estaba haciendo mella en el pequeño muchacho, y el miedo ya se sentía en las olas del mar, generando en el escualo el placer de alcanzarlo. Toto aun no veía la playa, el miedo, el cansancio y el tiburón lo tenían atormentado, la sirena y el pulpo lo animaban a seguir, pero ya no podía, el brazo derecho se adormece y ya no da mas, se defiende con un solo brazo, al cabo de un rato el otro brazo también se agota, solo le quedan las piernas, nada fondea, nada… Ve hacia atrás y divisa al tiburón… Nada, fondea, nada, se agota, se despide de sus seres queridos, se entrega y se deja hundir en las aguas, un golpe fuerte en el costado derecho lo saca a flote nuevamente, respira, ve hacia atrás y el tiburón se aleja, ve al frente y a lo lejos se divisa a la gente como cabezas de fósforos, ve hacia abajo y es su amiga la ballena…  


Rómulo Pérez
6.364.374
11-09-2016  


TRÉMULAS DE MIEDO

Cabalgaste sobre las olas del mar, 
esta vez con inocencia lo hiciste,
sin embargo, al descuido no supiste
con todas esas emociones, controlar.

El sueño en el día no lo pudiste aguantar
y alejado de la gente tú estuviste.  
Tan solo ha tus amigos viste,
trémulas de miedo, no podías aguantar.

Un gran peligro en esas aguas te acechó
cual gladiador, al miedo diste la espalda.
Aquel triste paraje todo enmudeció.

Tu valor y tú arrojo, todo lo controló,
 y tu triunfo, la fortuna lo respalda.
En trémulas de miedo, todo, aconteció.

Rómulo Pérez
6.364.374
11-09-2016 









 
 

domingo, 11 de septiembre de 2016

“La Belle Rafaela” de Tamara de Lempicka



Tamara de Lempicka fue una pintora polaca que destacó por la belleza de sus retratos femeninos y desnudos, de pleno estilo Art Decó. Nació el 16 de mayo de 1898, en Varsovia, Polonia y murió el 18 de marzo de 1980, en Cuernavaca, México. El 14 de Octubre del año pasado se realizó una exposición en El Arena Museo Opera de Verona (Italia) de 200 piezas de la notable artista, entre óleos, dibujos, fotografías, acuarelas, vídeos y complementos de moda. 


  La Belle Rafaela (Óleo 1927)


Tan atrayente y sugestiva cual fiesta primaveral…
Líricos insomnios que me elevan en el éter de tu alcoba no me dejan que descienda a tu piel,
para esculpir con mis manos y cincel cada palmo de tu cuerpo…
Esa boca aframbuesada, esos matices lumínicos,
son vectores que vulneran mi límite de lo real…
Caigo tendido a tu colcha, acaricio tú bajo vientre,
y escucho allí los gemidos que armonizan el ambiente…
Solo soy un observante que se doblega ante ti…
No controlo mis pensares y confundo mis impulsos…
¿Quién tu eres Rafaela? ¿Por qué me hechizas así?
¡Yo soy cuerpo, yo soy carne!
tú eres lienzo y frenesí… 


Mis manos estaban húmedas y pegajosas, aun así, no me incomodaban, el agradable olor a frutas tropicales satisfacía las ansias de haberla poseído. Ese cuadro colgado en la pared era la única compañía que tenia en aquella humilde casa del campo. Todas las tardes después que se ocultaba el Sol, luego de una larga jornada de trabajo, entre árboles y frutos, entre semillas y tierras, entre sudores y riegos, tomaba mi sillón favorito y sin bañarme siquiera conversaba con ella, con “La Belle Rafaela”, ¡Si! hablábamos largo rato, reíamos, cantábamos, en fin, pasábamos ratos agradables, hasta ese día, en que entusiasmado por los efectos de un cóctel de frutas que preparé, la seduje, ella estaba impresionada nunca me había visto así… No me contuve, entonces, tomé el cuadro, lo quité de la pared y lo coloqué sobre la mesa, la misma estaba llena de exquisitas frutas, ella era una más, ¡Si! Una más, la mejor de todas… Me acerqué a sus piernas y tomé su pulposo fruto, lo comí extasiado de placer, hasta sentirla ahogarse, luego subí a sus pechos y en la cima me detuve en aquellas encantadoras ciruelas las cuales lamí con inusitada vehemencia… Sus labios rojizos y carnosos fueron el arrebato que dislocaron mis bríos y quedé tendido en mi sillón. 

Rómulo Pérez
03/03/2016