miércoles, 26 de octubre de 2016

A propósito del 12 de Octubre



UN SUEÑO QUE ESTÁ EN LA HISTORIA

(El Cacique Marakaya y su linaje)

  Por: Rómulo E. Pérez Falcón


Entregado en los brazos apacibles de Morfeo me encontraba, y cada segundo que pasaba me hundía más en aquel oscuro, pero no tenebroso paraje, el cual invadía con la visión de mi inconsciente…

En el vi, como llegaron a esta noble tierra desde los cuatro puntos cardinales personas agrupadas en clanes que no se hablaron entre sí, pero que se entendieron muy bien, por lo que lograron establecerse sin complicaciones ningunas; esas sociedades dominaron el arte de la caza y la peca, trabajaron la madera, la fibra, el hueso, el cuero y la concha marina, dominaron el fuego, se comunicaron por medio de símbolos que pintaron en las piedras, en su agricultura predominó la yuca, el maíz, el ocumo, la papa, el frijol o caraota, la auyama, entre otros cultivos más…

Entendí que aquello que observaba era la prehistoria Venezolana; allí no existían comarcas, cuando un espacio se agotaba ese clan que lo habitaba simplemente se dirigía a otro terreno o espacio; así transcurrió mucho tiempo; durante ese largo periodo un clan se fue haciendo grande y numeroso, los “ARAWAK”; su expansión se debió a que se aclimataron más fácil y rápidamente a las condiciones naturales que ofrecía la región, mientras que los otros clanes disminuían en número, emigraban del territorio o tendían a desaparecer. Luego de algunos siglos los ARAWAK dominaban casi todo el territorio Nacional, por lo que se constituyeron en la mayor familia vernácula. Lo que yo conozco como la “RAÍZ ÉTNICA BÁSICA”, la misma era guiada y protegida por su máximo líder “SHAMASH”… 

Está familia vernácula que se desarrollaba social y armoniosamente de la mano con su hábitat natural de pronto se ve afectada por un grupo étnico que se caracterizaba por estar conformado por puros hombres, los cuales eran grandes navegantes y excelentes guerreros, ellos se denominaban asimismo “CARIBES”; por mucho tiempo lucharon encarnizadamente; los arawak eran muchos pero los caribes eran expertos guerreros, atacaban de día y de noche, no daban tregua. Por los arawak el gran líder SHAMASH se mostraba como invencible, hacia sucumbir a todos sus atacantes, mientras él no recibía ni un rasguño…

Esa bizarría del gran líder SHAMASH, tenía atemorizado a los caribes, por lo que muchos de ellos siguieron su camino a lo que hoy es Colombia, los que se quedaron a combatir fueron los más bravos e inteligentes, quienes a pesar de ver y sufrir la fuerza y coraje de éste mágico ser, no se dignaron a creer que podían ser derrotados; los caribes siguieron luchando hasta descubrir la fuente de energía y poder del gran líder arawak, la misma se encontraba en un altar que adoraba éste líder, dicho altar era una ofrenda a su padre, el DIOS SHAMASH (Dios del sol y la justicia). El altar fue destruido, y por esta acción lograron darle muerte al gran líder, al alcanzarlo con una lanza en una de sus costillas. El pueblo arawak se atemorizó mucho, disminuyendo su accionar en la contienda, por lo que la mayoría de los hombres fueron asesinados, los que sobrevivieron huyeron y las mujeres fueron capturadas…

Los caribes celebraban eufóricos la muerte del gran guerreo, por lo que se dirigieron al sitio donde yacía su cuerpo para cortarle la cabeza y mostrarla como trofeo de guerra y como símbolo de invencibilidad, al rodear el cuerpo para mutilarlo éste desapareció ante la mirada atónita de todos, quienes inmediatamente se arrodillaron para rendir oraciones al gran líder, entendiendo desde entonces que era el hijo del DIOS SHAMASH. Como expresión de arrepentimiento, y buscando agradar al Dios para evitar algún castigo divino, los caribes adoptaron el nombre de SHAMASH pero con clara deformación por lo diferente de su lengua “CHAMAN” como máximo título para ser otorgado al hombre más sobresaliente e inteligente de la etnia invasora, además de liberar a todas las mujeres arawak…

La mujeres no abandonaron el territorio por considerarlo sagrado, ya que se sentían protegidas por el padre de su Gran líder, entonces pactaron con los invasores caribes, conservaron su lengua materna y sus costumbres a cambio de una nueva generación. Al amanecer del séptimo día de la desaparición del cuerpo del Gran líder SHAMASH, en el mismo sitio aparece de pronto el cuerpo en estado de desintegración y la lanza que le dio muerte atravesando una de sus costillas ahora era un joven arbusto, ninguno se atrevió a cuestionar aquel suceso y por el contrario todos, hombres y mujeres rodearon en perfecto y gigantesco circulo aquella divina aparición; a partir de ese momento le otorgaron poderes divinos y místicos al joven árbol, a quien las mujeres lo identificaban como SHAMASH y los hombres como CHAMAN…

Transcurrieron varios siglos y el árbol sagrado ahora era grande e inmenso, además de ser reconocido como un Dios, la nueva etnia lo adoraba y todos los seres nacían bajo su robusta fronda ya que se creía que naciendo allí se contaba con protección divina; éste frondoso árbol estaba rodeado en perfecta ubicación circular por trece piedras algo esféricas y achatadas en su parte superior, cada una era seguida por una gigantesca palma real que en lengua nativa se llama araugua (chaguaramo), y ninguna, ni las piedras ni las palmas invadían la sombra que reflejaba el follaje del sagrado árbol

En la copa de aquel sagrado árbol (En los brazos de DIOS), escondido entre el follaje se la pasaba un niño, cuyo protector era un anciano, que además era el chaman y jefe de esa etnia que por las características de su territorio se denominaban “ARAUGUA” como la palma real, ya que esta hermosa palmera predominaba en su extenso ecosistema. A ese niño lo llamaban Marakaya, quien además era muy querido y respetado por todos, ya que sobre él se tejía un maravilloso misterio… 

La sacerdotisa Hirimay cuando se sentaba a los pies del sagrado árbol caía en profundo trance, entonces contaba a todos los enigmas que abrazaban a esa noble tierra, uno de esos cuentos decía que el niño Marakaya, que en lengua Caribe significa Jaguar o tigre sabanero, sería el protector de toda la inmensa familia de los Araugua, ya que él era hijo del Dios Shamash y hermano de sangre del antiguo Gran líder y jefe Arawak convertido en sagrado árbol, por eso nunca morirá por causas terrenales; Hirimay contaba que cuando Marakaya nació sus padres terrenales murieron por eso el jefe chaman se hizo cargo de él; no tiene ascendencia de sangre alguna porque sus padres terrenales eran hijos únicos y tampoco tenían ascendencia y así los padres de estos y los padres de estos… 

Marakaya era excepcional, sus características físicas, sus actitudes y sus aptitudes eran excepcionales, ni jóvenes, ni adultos, ni viejos lo superaban, ni en competencias ni en conocimientos, dominaba el arte de la astronomía, por lo que sabía medir el tiempo para calcular la entrada de las lluvias con fines agrícolas, religiosos y hasta para la navegación nocturna, entre otras muchas cualidades más. Lo comparaban con un felino por su agilidad y porque no era muy dado a andar en grupos, le gustaba cazar solo en la selva, entre muchas cosas por la habilidad que tenia para trepar a los árboles, ya que allí podía atrapar pájaros y monos, su gran velocidad lo convertía en un cazador preciso y astuto, prefería realizar sus actividades cayendo la tarde y en la noche porque poseía un excelente sentido de la visión y de la ubicación…

El anciano chaman ya en las postrimerías de sus días, reunió a todos los araugua bajo la inmensa sombra del Dios árbol; ese día consagró al joven Marakaya como gran líder y jefe de todos sus dominios, dio a todos la oportunidad de protestar aquel nombramiento, pero nadie lo hizo todos estaban de acuerdo, hasta los guerreros más experimentados. A pesar de ser Marakaya muy joven para la responsabilidad asignada, era el hijo del Dios Shamash, y ser guiados y protegidos por el hijo de Dios no era poca cosa, además la profecía decía que “Él nunca morirá por causas terrenales”, lo que la daba a la numerosa familia araugua esperanzas de prosperidad futura… 

Eran tiempos difíciles, esta nueva raza de gente producto del mestizaje entre caribes y arawak con el paso de los siglos había crecido mucho en números de habitantes y ahora se encontraban marcando sus territorios, los dominios del chaman y jefe de los Araugua se extendían desde parte de los Estados Vargas, Miranda, Carabobo y Guárico, todo el Estado Aragua, el lago de Los Tacariguas y la Bahía de Turiamo. A pesar de haber asumido muy joven esta inmensa posesión de territorio, el Cacique Marakaya no tuvo inconvenientes violentos con los territorios vecinos, ya que nunca ambicionó mayores dominios a los que ya tenía, por lo que sus relaciones fueron estables con los Caciques Dunare por el Estado Guárico, Nagoanagoa por Carabobo y el Cacique Turiamo por la Bahía de Turiamo quien era su gran amigo y aliado; no así sucedía con Catuche Cacique de los Teques, hombre de carácter fuerte y recio tanto que no permitía que sus normas fueran quebrantadas, siempre infundía a su gente el amor por la defensa de sus tierras, de tal manera que creía que mientras más grandes sean sus dominios mayor sería su honra… 

Catuche siempre asedió a los araugua, pero jamás logró victoria alguna; tales confrontaciones siempre estuvieron rodeadas de un mágico heroísmo por parte de los araugua. La sacerdotisa Hirimay cuando los gurreros salían a defender sus territorios comandados por el Cacique Marakaya, reunía al resto de la familia bajo la fronda del sagrado árbol y en profundo trance narraba a todos los acontecimientos de aquellas batallas…

“Nuestros gurreros están trepados a los árboles unos y otros escondidos entre peñas y matorrales, el jefe Marakaya como siempre solo en un árbol, con paciencia esperan la llegada de los Teques, ellos son muchos y vienen muy dispuestos, el gran guerrero Catuche está al frente, se nota cauto porque los caminos se le confunden, gracias al Dios Shamash que también colabora, ya están cerca y los nuestros atentos, lluvia de flechas sorprenden a los Teques, están confundidos, desde las piedras y los matorrales también les atacan, un jaguar de repente aparece en la reyerta, ataca a uno y luego a otro y a otro, el guerrero Catuche ordena la retirada, el jefe Marakaya los deja ir, una vez más nuestros dominios han sido protegidos y nuestro Gran líder jefe viene de regreso sin sufrir herida ninguna”. 

El Cacique Marakaya se había convertido en un hombre de características espectaculares, corpulento, valiente, altivo, poseedor de una energía impresionante (Cual Hércules griego, y al igual que éste mítico héroe, también era hijo de un Dios y contaba con poderes divinos), su cara era de aspecto desagradable por la dureza que trasmitía, su mirada taimada y maliciosa parecía adivinar los pensamientos ajenos, su negra y brillante cabellera estaba adornada con una hermosa corona de plumas multicolores, que hacía honor a su alta investidura, sus brazos y piernas estaban ataviados con brazaletes labrados con metales brillantes y piedras preciosas, que significaban las hazañas logradas a lo largo de su vida, y que además lo hacían ver como el gran jaguar que la sacerdotisa Hirimay mencionaba cada vez que caía en profundo trance… 

Éste legendario Cacique desde su infancia, apenas comenzaba a amanecer, salía de su humilde choza y se trepaba a la copa del sagrado árbol, allí solía pasar buena parte del día hasta cuando comenzaba a entrar la tarde que era cuando más activo se ponía; nunca nadie contradijo esa actitud, ya que todos decían que desde tan elevado sitio él se comunicaba con su padre y con su hermano en prolongada oración. Cuando bajaba de la copa del sagrado árbol se perdía entre la espesura y solo regresaba bien entrada la noche, no se sabía que hacía porque siempre estaba solo, a pesar de tan extraña rutina nunca abandonó a su gente y siempre estuvo presto para lo que le necesitasen; nunca se le conoció mujer alguna, sin embargo una noche despertó a todos para presentarles a un pequeño niño que tenía en los brazos, llamó especialmente a la anciana sacerdotisa Hirimay y le confió la crianza del pequeño indicando a la vez que él sería su heredero…

“Será llamado Conopoima, que quiere decir creciente de río; en el momento que nació, el río creció abruptamente llevándose a su madre, así me lo hicieron saber mí padre y mi hermano; aprenderá todo lo que yo sé, contará con la protección con que yo cuento; al momento de mí partida, tu Meregote asumirás el mando, él para entonces será aun muy joven, y además tiene otras misiones que cumplir, por eso no puede jamás ser líder de los araugua”.

Con el transcurrir de los años Conopoima se había convertido en un joven muy astuto y sagaz, repetía con sorprendente precisión las actitudes y aptitudes del viejo Cacique Marakaya, por lo que algunos cariñosamente le decían el joven Maracay…

El Cacique Catuche moría de viejo y al mando de los Teques dejaba al joven Guaicaipuro, quien tendría para entonces 20 años de edad, éste astuto y viejo guerrero, recomendaba a Guaicaipuro, que no enfrentara al viejo Cacique Marakaya porque él era invencible, que sobre él hay una leyenda de que nunca morirá por causas terrenales, por lo que más bien le recomendaba que tratara de convertirse en su aliado igual que los otros caciques… 

El viejo Marakaya se encontraba en la copa del sagrado árbol, cuando su padre y su hermano le contaron que ya se acercaba la hora de partir, que debía hablar con Meregote para que supiera qué hacer cuando él no esté. Comenzaban tiempos nuevos, tiempos de cambios, una nueva raza de hombres que venían del mar invadían los territorios, eran personas más violentas que los Teques, usaban otro tipo armas, de animales, de vestimenta, todo era distinto; comandados por Juan Rodríguez Suárez, un hombre terrible, a quien le decían sus afines, el capitán de la capa roja y la espada invencible, y los nativos, el monstruo de dos cabezas…

Éste peligroso capitán se encontraba en los dominios del viejo Cacique Marakaya, quien lo esperó pacientemente junto a Meregote como segundo al mando en la inmensa espesura (Marakaya sabía que éste capitán era realmente un hombre sanguinario, pero todo aquel manto de leyendas que sobre él se tejía de que se convertía en un monstruo infernal de dos cabezas era totalmente falso, él sabía  que era un hombre sin ninguna condición sobrenatural; su padre y su hermano se lo habían advertido cuando se encontraba en la copa del sagrado árbol y eso mismo hizo el Cacique con sus guerreros para evitar que el temor los invadiera), una vez cerca los invasores, los araugua atacaron denodadamente y Juan Rodríguez Suárez, el capitán de la capa roja y la espada invencible, fue venciendo en gallarda lid, y obligado a emprender una rápida huida de los dominios del anciano Cacique…  

Dicho triunfo resonó en los oídos del joven Guaicaipuro, quien rápidamente se acercó a los predios del viejo Marakaya para pactar con él; se reunieron bajo la sombra del sagrado árbol, en primera instancia el joven trató de probar la bizarría del viejo y lo retó a duelo, pero Conopoima que estaba presente no permitió tal abuso de Guaicaipuro y le propuso que la pelea fuera con él, Marakaya no permitió que Conopoima y Guaicaipuro se pelearan, diciéndole a Guaicaipuro:

“Cuando él nació su madre murió por causa del río… ¿Entiendes el gran aprecio que le tengo? Sé, de tu grandes virtudes de guerrero, por lo tanto pelearemos tú y yo, y si muero, tú serás su padre”. 

Tal arrojo causó en Guaicaipuro gran emoción que sin contenerse contestó:            
No pelearemos, a partir de ahora seré tú primer aliado seré leal y fiel a tus órdenes y Conopoima será mi hermano”.

La reacción de Guaicaipuro agradó mucho a Marakaya quien con voz entusiasmada alta y enfática dijo a todos los araugua: 

“A partir de éste momento declaro al Gran guerrero Guaicaipuro, Cacique de Teques y Caracas, como aliado nuestro y de nuestros amigos”.

Como muestra de tan honroso reconocimiento el viejo le obsequió a Guaicaipuro una corona adornada con cuatro plumas rojas que simbolizaban la alianza con los caciques Dunare, Nagoanagoa, Turiamo y Marakaya en tiempos de guerra y en contra del invasor español, reconociéndolo como Cacique jefe supremo de Teques y Caracas, con soberanía sobre Arauguas, Naguanaguas y Cumanagotos…

El peso de los años hizo mella en el viejo Cacique quien agotado después de andar en la oscura espesura entró a su humilde choza se recostó quedándose dormido, al despuntar la mañana, Marakaya aun dormía plácidamente, ese día no subió a la copa del sagrado árbol solo dormía, nadie se atrevió a despertarlo, Meregote ordenó que no lo molestaran, ya que ese sería el ultimo día en que estaría con ellos, a media mañana sorprendentemente todos vieron salir de aquella choza a un enorme jaguar, que caminaba lento y calmado, cuando estuvo a punto de entrar en la espesura se detuvo volteó a mirar a todos lanzó un rugido y se internó en la espesura, más nunca se supo de éste Gran líder jefe, cumpliéndose la profecía “Él nunca morirá por causas terrenales”

El español Rodríguez Suárez nunca comprendió ni aceptó la derrota que le propinara aquel viejo Cacique con un puñado de nativos en tan agreste paraje; jamás había sido vencido desde el Nuevo Reino de Granada (Hoy República de Colombia), pasando por Táchira, Mérida (La cual fundó), Trujillo, Lara, Yaracuy y Carabobo, hasta llegar a los dominios del Cacique Marakaya. El capitán español había jurado vengarse del jefe de los araugua, pero algunos nativos serviles a la causa española trataron de convencerlo de no hacerlo, ya que sobre éste guerrero pesaba una leyenda que lo hacía invencible; al enterarse del cumplimiento de la profecía, el astuto español ideó una estrategia que consistió en matar a un jaguar que se encontraba durmiendo en la copa de un árbol y apoyado por los nativos que lo acompañaban corrieron la voz de que Rodríguez Suárez había terminado con la vida del Gran Cacique Marakaya cuando éste se encontraba durmiendo. Tal comentario cobro fuerza en los predios de los araugua que la confusión y la consternación ocasionó la dispersión de tan unido pueblo… 

Al Cacique Meregote le tocó la dura tarea de unir de nuevo a tan bizarro pueblo, pero estos no aceptaban los argumentos que el nuevo Cacique les esgrimía, ya que se sentían no solo triste por tan amarga noticia, sino más bien traicionados y engañados por el Dios Shamash, quien les había dicho que el Gran Cacique Marakaya nunca moriría por muerte terrenal; Meregote en estado atónito afligido y cabizbajo recordó de pronto el último consejo que le diera su Gran jefe…

“En momentos apremiantes buscas a Conopoima y con cinco guerreros más van al sitio donde por primera vez combatimos con el Gran Cacique Catuche y allí encontraras respuestas a tus inquietudes”. 

Meregote sin perder tiempo reunió a cinco de sus mejores gurreros y salieron a buscar a Conopoima (El joven Maracay o Maracay) que en ese momento estaba radicado con su mujer una hermosa nativa de los Teques y sus hijos, en un lugar conocido como “El Peñón”, desde allí servía a dos causas la de su padre Marakaya y la de Guaicaipuro; para entonces Conopoima se había convertido en un guerrero de características especiales en vista de que poseía en su interior la sabiduría de dos grandes Cacique jamás conocidos en la historia, tales cualidades generaban en Maracay desconcierto y preocupación, su padre le había dicho poco antes de desaparecer que jamás seria líder de los araugua y Guaicaipuro muy al contrario, lo acababa de nombrar su sucesor en el mando de todos los guerreros que se encontraran dentro de sus dominios…

Meregote, Conopoima (Maracay) y los cinco guerreros araugua partieron hacia el sitio indicado por el viejo Cacique Marakaya, una vez allí buscaron intensamente alguna señal, después de mucho tiempo de búsqueda Conopoima consiguió en los pies de un Bucare los restos de un pequeño Jaguar, todos se reunieron alrededor de los mismos y entendieron que ese fue el jaguar que Rodríguez Suarez había matado para difundir la nefasta historia de que el capitán español había terminado con la vida del viejo Cacique Marakaya; alrededor de los restos del animal los siete hombres realizaron prolongadas oraciones y al termino de estas juraron vengar y defender con la vida misma la honra de su antiguo jefe, tomaron los restos del animal y se dirigieron a los predios del sagrado árbol…

Meregote convocó a todos: ancianos, ancianas, mujeres, hombres, niños y niñas, mostró los restos del animal, les habló de las características de animal joven, de las heridas que presentaba, del tamaño, etc. les hizo recordar a todos que el viejo Cacique fue un jaguar enorme y viejo, su piel se distinguía de todas las otras por características especiales que solo los araugua conocían; les hizo entender que el capitán de la capa roja y la espada invencible se burló de todos, que el Dios Shamash jamás mintió, que el viejo Cacique sigue en la espesura custodiando sus dominios, y que tal ofensa debía ser lavada; todos estaban enardecidos y al unísono grito juraron vengar la humillación a que fueron sometidos y limpiar la imagen de su antiguo jefe aun acosta de la vida misma… 

El capitán Juan Rodríguez Suárez se enteró de que los araugua habían descubierto la farsa y estaban dispuestos a vengarse, esta situación lo puso en estado de alerta y nerviosismo ya que él sabía de la bizarría de estos guerreros, que además eran liderados por el gran Cacique Meregote y por el guerrero Maracay (Conopoima) quien nada más y nada menos era el hijo del terrible Marakaya; presagiando el capitán un evento de grandes magnitudes decidió armar a sus tropas con todo los pertrechos posibles que había traído de ultramar (Arcabuces, espadas, lanzas y cañones, contando también con las flechas de los nativos aliados), además juró someter a los araugua a la bandera española, por lo que solicitó refuerzos para aumentar el número de sus tropas…

El capitán de la capa roja avanzaba apresuradamente con un ejército numeroso y bien armado sobre los dominios del Cacique Meregote, quien pacientemente lo espera en la Colina de la Cruz, mismo sitio en donde anteriormente él y el Cacique Marakaya habían vencido a Rodríguez Suarez; también los araugua eran muchos, no solo estaban los mejores guerreros, sino además todos los hombres, los guerreros ancianos, las mujeres, los adolecentes, en fin casi todo el pueblo; Meregote y Maracay estaban ansiosos no veían la hora en que se diera la confrontación, de pronto el Cacique ordenó a Maracay que abandone el lugar, ya que él está destinado a honrar la memoria de su padre después de éste acontecimiento, en principio Maracay se negó a obedecer la orden, no solo por no entenderla, sino además porque no estaba de acuerdo, pero ante la insistencia del Cacique, no le quedó más remedio que obedecer… 

Al fin se encontraron los dos bandos, la lucha fue a muerte los invasores españoles con su gran número de tropas no pudieron avanzar más allá de la Colina de la Cruz, allí fueron retenidos por varios días, las bajas de ambos lados eran cuantiosas, pero al final Meregote y su pueblo sucumbieron por la superioridad armamentista del bando español; a pesar del triunfo, Rodríguez Suarez estaba consternado, ¿Cómo era posible que un ejército de nativos le hubiese causado tantas bajas, a tal punto que casi pierde la confrontación?, pero lo más humillante fue que no quedó uno vivo a quien pueda someter a la esclavitud de la corona española. Tal valentía de los nativos generó en el capitán español estremecimiento y reconocimiento que a pesar de haberse apoderado de las tierras permitió que las mismas sigan conociéndose como territorio de los araugua (Aragua)…  

Conopoima (Maracay) y Guaicaipuro aun discutían el nombramiento guerrero del que había sido objeto, y una reacción astuta de Conopoima le dio un giro distinto a las intenciones iníciales que tenía Guaicaipuro…

“Aceptaré la responsabilidad que me estas asignando como líder guerrero, ya que eso soy, un guerrero, mi padre lo fue y los padres de mi padre lo fueron, pero no te sucederé como Cacique, por dos razones, la primera, no pude pelear con mi pueblo en contra del capitán blanco de la capa roja, por lo tanto no puedo llevar con honra esa corona de cuatro plumas que mi padre te obsequió gustosamente, y además te reconoció ese día como Cacique de Teques de Caracas y como aliado nuestro y de nuestros amigos, en segundo lugar, a quien corresponde el honor de llevar esas plumas en la cabeza es a Baruta, él es sangre de tu sangre por lo tanto legitimo sucesor tuyo y de todos tus dominios, además de ser excelente líder y guerrero”.

El Cacique Guaicaipuro no estuvo de acuerdo con los alegatos que le manifestó Conopoima por lo que trató de convencerlo, cuando llegó a ellos la nefasta noticia de la derrota que había sufrido el Cacique Meregote en manos del español Rodríguez Suárez y de la aniquilación total de todo el pueblo de los araugua; tal noticia dejó en estado de shock a Conopoima, que recordó súbitamente todos los pasajes sangrientos en los que había participado desde la más pequeñas de la confrontaciones hasta cuando el Cacique Sorocaima en un acto de extrema bizarría obligó prácticamente al capitán español Garci González de Silva a que le amputara una mano, cuando gritó a sus guerreros…

"Aprieten duro que los enemigos son escasos y el triunfo es seguro si no falta valor".

En ese momento entendió claramente las palabras de su padre el Cacique Marakaya cuando dijo que jamás podría ser líder de los araugua, también entendió la orden de Meregote cuando lo obligó a abandonar su dominios en el momento de la confrontación contra el español, ya que él tenía otras misiones que cumplir; tales recuerdos lo desconcertaron aun mas. ¿Por qué el destino le habrá impedido defender a su propio pueblo? ¿Por qué Guaicaipuro le exigía defender a otros pueblos? Conopoima perturbado se introducía en la espesura cuando Guaicaipuro se le acercó y le juró vengar la muerte de su pueblo, pero éste aun en shock le pidió que lo dejase solo ya que tenía mucho sobre que reflexionar… 

Habían transcurrido muchos días y nada se sabía de Maracay; muchas cosas se dijeron pero ninguna con certeza; algunos dijeron que lo habían visto en la espesura en las copas de unos árboles orando y acompañado por un jaguar, otros, que lo habían visto navegando por el rio Macarao en una curiara y acompañado de un jaguar, también se comentó que rondaba en las inmediaciones de su hogar en compañía de un jaguar, en fin muchas cosas se dijeron, lo cierto es que nada se sabía de él, ni Guaicaipuro, ni su familia allá en el cerro el Peñón…

Guaicaipuro en su afán de vengar al pueblo araugua no cesaba en ubicar el paradero del capitán español Juan Rodríguez Suárez también conocido como el capitán de la capa roja y la espada invencible, hasta el día en que supo que dicho capitán se dirigía a Valencia con seis soldados, buscando apresar a otro español conocido como el Tirano Lope de Aguirre; el Cacique se hizo acompañar por Terepaima y otros guerreros mas, logrando interceptar al español en la montaña de Las Cocuizas (Estado Aragua), consumando su venganza y apoderándose de la famosa espada. Maracay (Conopoima) también rastreaba las huellas de Rodríguez Suárez cuando se percató de la emboscada que le tendía Guaicaipuro; entonces decidió no entorpecer a éste y permanecer como simple espectador…

Maracay se dedicó a la difícil labor de reorganizar nuevamente a su gente, su sed de venganza no solo contra Rodríguez Suárez sino más bien contra todos los blancos españoles lo obligó a desempeñar tan dificultosa tarea, la cual concretó con éxito gracias al misticismo que lo rodeaba (Por sus venas corría sangre de dioses), además de ser gran líder y excelente guerrero, su esfuerzo fue tal, que logró reunir más de un millar de nativos entre hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por la causa aborigen, quienes además juraron respetar la memoria del viejo Cacique Marakaya, llamándose a partir de ese momento los Maracayes y Conopoima (Maracay) fue reconocido como el gran líder y jefe guerrero Cacique Maracay. Los maracayes después de varias confrontaciones exitosas en contra de españoles y nativos serviles a la bandera de España, habían adquirido fama de invencibles, tejiéndose sobre ellos una leyenda de que el espíritu de un jaguar los acompañaba en sus confrontaciones, por lo que eran temidos por propios y extraños…   

El Cacique Maracay en la montaña de Las Cocuizas observó pacientemente como Guaicaipuro cumplía su promesa y lavaba la afrenta que el capitán Rodríguez Suárez había cometido contra su pueblo nativo; tal lealtad de Guaicaipuro hizo reflexionar a Maracay que había jurado tomar la justicia por sus propias manos y de forma individual; una vez más convocó a los maracayes y los motivó a unir sus esfuerzos con los del gran líder y jefe guerrero Cacique Guaicaipuro, por lo que emprendieron la marcha casi que inmediatamente a los dominios de éste… 

Guaicaipuro se enteró que el Cacique Maracay avanzaba hacia la nueva villa fundada por Diego de Lozada, llamada Santiago de León de Caracas, lo acompañaba un ejército de más de mil guerreros, iban bien armados, con armas obtenidas en combates contra los españoles, la fama del ejército superaba sus hazañas, no le temían al español a caballo, no creían en monstruos diabólicos escupe fuegos, sabían perfectamente que los españoles eran seres iguales a ellos, es decir no eran espíritus sino hombres de carne y huesos, en fin, todos esos conocimientos los convertían en un ejército poderoso y temido por el hombre blanco, quienes además si creían que a dichos guerreros los acompañaba el espíritu de un jaguar. Cuando llegaron al sector de las Adjuntas los esperaba una tropa de españoles comandada por el Capitán Francisco Infantes quien aspiraba sorprender al Cacique Maracay y sus guerreros, pero el Cacique era conocedor de todos esos lares, se percató de la emboscada que le tenían, por lo que cambió el rumbo, rodeó al capitán español y lo atacó ferozmente reduciendo la tropa a menos de una decena…

Entre escaramuzas y escondidillas llegó el Cacique Maracay a la nueva villa (Hoy Caracas), la asedió constantemente por varios días, minando la resistencia del Capitán Diego de Losada; a quien además de los constantes ataques por parte de Maracay, le preocupaba mucho mas la llegada del Cacique Guaicaipuro para que unificara fuerzas con su antiguo aliado. Por lo que decidió enviar al Capitán Francisco Infantes al acecho del jefe de los Teques y Caracas; dicho capitán convenció a unos nativos para que delataran el paradero del gran líder Cacique, sorprendiéndolo y matándolo, no sin antes confrontar bizarro combate con tan eminente guerrero. La noticia de la muerte de Guaicaipuro llegó a los oídos de Maracay, quien lejos de consternarse como supuso Losada que sucedería se encolerizó aun más a tal punto que casi derrota a Losada en un ataque que duró aproximadamente veinte horas. Diezmado Losada y agotados los maracayes y sus aliados deciden Maracay y otros Caciques no atacar por unos días… 

Durante el receso que se supuso serviría para recuperar las energías, mejorar los pertrechos armamentísticos y adiestrarse en las estrategias bélicas de las próximas confrontaciones Maracay (Conopoima) iba y venía a su viejo hogar, una choza enclavada en el cerro el Peñón de los Teques, allí lo esperaban a diario su esposa una hermosa mujer tequeña y sus hijos, compartían todos juntos a la vez que se bañaban en las riveras del río Macarao, hasta el día en que fue descubierto; una comisión de cinco personas cuatro españoles y un nativo fue asignada para acechar al Cacique…

Los españoles esperaron a que estuviera reunido con su familia ya que temían confrontarlo a él solo, ellos sabían que para poder someterlo tendrían que someter primero a su familia, en efecto así sucedió, cuando estaban en la tranquilidad del hogar fueron sorprendidos por los españoles, quienes ataron a todos y una vez entrada la noche embriagados por el licor y en franca emoción de júbilo fueron asesinando al compás del sonido de los arcabuces uno a uno sus hijos, haciendo larga la noche e inmensa la agonía, al presentar el alba en la choza sus tenues rayos de luz, Maracay y su mujer no cesaban de llorar, un español liberó a la mujer para abusar de ella, pero ésta, en ágil movimiento logró despojarlo de su espada y le traspasó el corazón, cuando intentó liberar a su marido fue alcanzada por una flecha que la mató en el acto… 

El Cacique lloró amarga y desconsoladamente, suplicó a sus captores que lo liberaran para enterrar a su familia y que después lo mataran, uno de ellos se conmovió y lo liberó, pero inmediatamente Maracay lo sometió dándole muerte, al mismo tiempo suenan dos disparos de arcabuces que logran alcanzarlo hiriéndolo mortalmente, súbitamente de la espesura sale un enorme jaguar que ataca a los españoles matándolos en el acto, se acercó al cuerpo tendido del Cacique lamió las heridas, volteó a mirar al nativo que preso de miedo temblaba entre los matorrales y se alejó del lugar, casi inmediatamente Maracay se levantó del suelo, el nativo no podía creerlo con dos tiros en el pecho y aun se mantenía en pie, tomó a sus hijos uno a uno los colocó en la canoa en posición de sentados buscó a su esposa también la sentó, él se sentó con ellos los abrazó a todos y de repente la rivera del río se los tragó…

El nativo aun permanecía escondido entre los matorrales, no podía caminar las piernas le temblaban mucho, estaba confundido y afligido, entendió que hasta ese momento había apoyado una causa injusta, supo en ese momento que Dios estaba del lado de los nativos y que por culpa de él y de muchos como él ahora estaban perdidos; como pudo se incorporó y fue a llevar la triste noticia de aquel macabro lance a los maracayes y sus aliados, les contó al detalle todo, el nativo fue condenado al servilismo de los maracayes y a contar siempre el macabro lance…

Después de la triste muerte del Cacique Maracay o Conopoima, culminó el proceso de rebeliones que venían originándose en el centro del país, los mismos ya superaban las dos décadas y tanto españoles como nativos estaban agotados, el Cacique Baruta fue el encargado de pactar el armisticio… 

Con el transcurrir del tiempo en el sitio donde desapareció la canoa con el Cacique Maracay y toda su familia creció un robusto Bucare, el cual florea espectacularmente ofreciendo a todos unas lindísimas flores rojas de belleza incomparable, por lo que la gente comenzó a creer que tales flores son el símbolo del gran amor familiar que Maracay sintió hasta el momento de su muerte, además de la esplendorosa belleza que ofreció el mítico árbol desde la raíz hasta la copa, correspondió también al bravo cacique, el misticismo que lo envolvió desde el propio nacimiento cuando el río le arrebató a su madre, y luego también se lo llevó a él con toda su familia, también dice la gente que de vez en cuando un enorme jaguar descansa en la copa del árbol…

Poco a poco me fui despertando de aquel profundo sueño en que dioses hombres y naturaleza se mimetiza en una sola persona, para darle sentido a pasajes de la historia que por falta de registros parecieran no tener continuidad, ya sean estos hechos reales o fantasiosos.    


Rómulo E. Pérez Falcón
C.I.  6.364.374

sábado, 8 de octubre de 2016

COMPENSACIÓN



COMPENSACIÓN
            Aquellas jóvenes no sabían que hacer, no tenían experiencia en asuntos de vehículos. Para Eliana éste era su primer carro, lo acababa de comprar, y para Dinora, ni se diga, nunca ha tenido uno; ese caucho vacio significaba toda una tragedia, esas chicas de apenas 22 años cada una, solo sabían disfrutar de la vida, de su juventud y del dinero, las grandes diversiones con sus amigos de la Universidad no les habían permitido entender que más allá de ellas, existe un mundo que las envuelve, y que no es misterioso, es, simplemente la vida.

            Aquel paraje en donde se encontraban accidentadas, a pesar de que la vía estaba bien asfaltada no era claro, el inmenso bosque se sentía imponente y ellas creían, que eran engullidas por las fauces de la Naturaleza, el cielo amenazaba con derramar su llanto y la noche se disponía a tender su manto para coadyuvar en las creencias de todos los mitos urbanos. Ese camino las conducía a la casa de la playa de uno de sus amigos de clase, pero el destino las detuvo allí, ahora se perderían la gran fiesta. Eliana no estaba dispuesta a pasar la noche en aquel tenebroso lugar, por lo que se preparaba mentalmente a la resolución de aquel terrible problema, mientras tanto, Dinora tiritaba de miedo a tal extremo, que se convirtió en una compañía inútil.

            Eliana imponiéndose sobre Dinora la obligó a internarse en la espesura; era más peligroso quedarse en el vehículo que buscar ayuda. La travesía dio sus resultados, y entre los matorrales divisaron una pequeña cabaña, corrieron desesperadamente, y en ella solo encontraron a un hombre anciano de aproximadamente unos 70 años, a pesar de todo era un hombre fuerte de regular estatura y buena contextura física; su recibimiento y comportamiento ante las jóvenes fue totalmente amable y respetuoso. Ellas le contaron al hombre de su desgracia, él, no quiso darles su nombre, solo se presentó como “El Montuno”, pero accedió a ayudarlas. 

            Se dirigieron con prontitud a la carretera allí estaba el carro, solo que ahora lo cubría una inmensa sombra, la noche se hizo reina de todo el lugar y como en todo los Imperios sus súbditos y vasallos merodeaban sin discreción, “El Montuno” trabajó rápido, y mientras solucionaba el problema, el cielo iracundo de celos soltó su llanto, y un pertinaz aguacero en complicidad con la noche evitó que la chicas siguieran su camino.

            Emparamados y alegres se dirigieron a la pequeña cabaña de “El Montuno”, la misma solo estaba diseñada para una sola persona, a pesar de eso se sentía confortable, una botella de licor sirvió para calentar el estomago y la luz de la chimenea para secar la ropa que tallada al cuerpo hacía ver los atributos de cada uno de ellos, un tímido silencio corto las risas que pululaban y el intercambio de miradas parecía entorpecer el silencio.

            Ya no hubo más risas y mucho menos comentarios, solo la botella de licor hablaba entre las bocas de aquellos tres y las miradas parecían recibir órdenes de la noche. 

            Cuando la aurora llegó, encontró a tres durmientes desnudos al calor de la chimenea, “El Montuno” fue el primero en levantarse, como era su costumbre preparó el café y el desayuno, llamó a las chicas, las atendió y les indicó que se marcharan, ellas satisfechas y consientes de la experiencia, con una sonrisa a flor de labios preguntaron…    -. ¿Cuánto debemos?... –Él, correspondiendo con otra sonrisa, contestó… -. ¡Gracias ya he sido Compensado!... –Eliana y Dinora, se comprometieron con regresar para el año siguiente…

            …Los días habían transcurrido vertiginosamente y aquellas jóvenes no cesaban de recordar y hablar de aquel pasaje fantástico que la vida y la naturaleza les jugaron cuando iban a divertirse a la casa de la playa de uno de sus amigos de la universidad.

            La diversión tuvo cavidad en aquel exquisito momento, pero, no en donde ellas lo habían planificado. Aquel espeso bosque, que al principio las había aterrorizado, ahora no salía de sus mentes, ni aun en los momentos más íntimos de ellas, que al acariciarse, o besarse con inusitada pasión, les parecía sentir al viejo metido entre ellas.

            Pocos días faltaban para cumplirse un año de tan maravillosa experiencia, y nuevamente lo planes de diversión con los amigos eran el referente de la impetuosa juventud; Eliana quería pasárselas con sus mozos amigos, aunque un frio en el estomago la transportaba a las fauces de aquel paraje, Dinora, por el contrario, estaba segura de querer estar con el viejo, las pasiones acumuladas de un año, no le permitían pensar en otra cosa que no fuera la de encontrarse con “El Montuno”, ahora, para repetir con premeditada intención aquel romance divino.

            La carretera, el carro y las muchachas, nuevamente se mimetizaron en un solo elemento, con la firme intención de pasarla bien, aderezando el momento con una única conversación “El Montuno”. Eliana estaba sorprendida al observar en Dinora como la tez de sus mejillas se arrebolaba con la conversación, ahora entendía porque ese perfume olía a flores silvestres; un suave ataque de celos se incrustó en su estomago, pero una sonrisa pícara contorneó su boca y sin consultarlo con su amiga cambió el rumbo del viaje, Dinora captó rápidamente el propósito de Eliana y en éxtasis de relax sintió como sus fluidos íntimos transitaban sus extremidades.

            Un silencio placentero abordó el vehículo y se hizo cómplice de las imaginaciones de las muchachas, que sin mediar palabras y solo cruzando miradas entendían perfectamente el disfrute que a cada una de ellas les envolvía la mente. El trayecto se hizo corto, y al llegar a la cabaña pudieron percibir que el viejo las esperaba, éste, las recibió caballerosamente como era su característica, pero sintió un filin especial por Dinora, cuando al abrazarla los elementos de la naturaleza le rindieron pleitesía, y un embrujo pasional los envolvió de tal manera que no esperaron la noche.

            Las pasiones desbordaban los aromas de aquellos cuerpos, que mezclados entre lo natural y lo químico daban al ambiente una atmósfera deliciosa, las manos del viejo eran gruesas y arrugadas, pero al recorrer los cuerpos delicados de las jóvenes se deslizaban con singular particularidad que senos y vientres no podían contenerse, su boca era gruesa y aparentemente seca, pero al besar los labios tiernos, sus fluidos salivares se convertían en miel de panal, su virilidad era tan imponente como su figura que al estar dentro de ellas el Popocatépetl era apenas un Géiser.

            Los arrestos del viejo quedaron sembrados en ambas jóvenes, el agotamiento hizo mella en los tres, y al amparo de la noche, esperaron a la aurora, y al contrario de la vez anterior, el Sol acarició primero las mejillas de Dinora, quien alegre y emocionada, y con sutil cautela llamó a su amiga; ambas se dispusieron a preparar el desayuno, las dos consintieron en preparar una afrodisiaca comida cargada de exquisiteces con la única intención de continuar disfrutando de los placeres carnales que ofrece la vida.

            El viejo seguía tendido a un costado de la chimenea, las muchachas reían y cuchucheaban mientras terminaban de preparar el desayuno, Dinora lo llama con delicadeza pero él no responde, lo toca y su cuerpo aun está tibio, confundida insiste en llamarlo porque cree que está sumido en un profundo sueño, solicita ayuda a Eliana quien hace lo propio, pero éste, ya no despertó mas…

            Un profundo dolor invadió aquella cabaña que había sido testigo de un inusual encuentro; las nubes mostrando su dolor taparon al sol y una inmensa sombra cubrió el lugar, el bosque también se pronunció, minando el ambiente con el particular aroma a naturaleza, típico de “El Montuno”; las jóvenes estaban tristes por el fatal desenlace, pero extrañamente no estaban aterrorizadas, sabían que aquel extraordinario hombre había hecho un maravilloso esfuerzo por agradarlas a ellas, mismo, que había logrado a la perfección.

            La incertidumbre de que hacer envolvía a las muchachas, por un lado la justicia social reclamaba su participación en aquel inhóspito paraje, y por otro lado, la ley de la naturaleza imponía sus argumentos.   

            Con lagrimas en los ojos y con un fuerte olor a naturaleza en sus cuerpos Eliana y Dinora, emprendieron el viaje de regreso; una fuerte humarada quedó atrás y aun en la distancia se divisaba entre la espesura, confundido entre el humo y las nubes parecía verse al montuno, que cual épico Gladiador, observaba como las jóvenes se perdían en la distancia, se veía satisfecho, ya que él sabía que ellas habían sido compensadas, pues, seguiría en sus vidas para siempre…

Rómulo E. Pérez F.
6.364.374
30/08/2015