jueves, 31 de marzo de 2011

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE VENEZUELA ES ABORIGEN

IDENTIDAD Y TRADICION

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE VENEZUELA ES ABORIGEN
“quiere decir Agua Grande”
Ramón Hernández Villoria

La mayoría de los habitantes de Venezuela no sospechan siquiera que el origen del nombre de su país tiene su raíz en una lengua aborigen, autóctona, diferente de la lengua traída por los colonizadores españoles. Por tal motivo me siento obligado a exponer algunas líneas al respecto a fin de rebatir la versión más conocida, pero errónea, e interesada, acerca del origen del nombre de nuestro país.


LA VERSIÓN DE LA PEQUEÑA VENECIA

La versión más reciclada, e inflada por los medios de comunicación social y otros medios de dominio cultural, es la que refiere el nombre de Venezuela a una sugerencia del navegante florentino Américo Vespucio a partir de un diminutivo de la ciudad italiana de Venezia. Vespucio se habría inspirado en la visión de los palafitos aborígenes en las costas de Maracaibo, que avistó junto con Alonso Hojeda y Juan De La Cosa en agosto de 1499, un año después de que Cristóbal Colón tocó el extremo opuesto, el oriental, de nuestro territorio.

Se cita como supuesto documento de esta afirmación la carta del 18 de julio de 1500 que Vespucio dirigió a su protector Lorenzo Médici, en la cual cuenta, después de abandonar la "isla de lo Gigantes" (se ignora a cuál de las actuales islas neerlandesas se refiere), lo siguiente: "…Di questa Isola fummo ad altra Isola commarcana di essa a duci leghe, e trovammo una grandissima popolazione che tenevano le lor case fondate nel mare come Venezia, con molto artificio, e maravigliati di tal cosa, accordammo di andare a vederli e comma fummo alle lor case vollovi difendersi, che non entrassimo in esse..."

La traducción al español da cuenta de una grandísima población, en una isla vecina de la anterior por diez leguas, que tiene sus casas con mucho arte construidas sobre el mar, como Venecia. Esto es todo lo que escribió Vespucio. No hay ningún diminutivo, no hay ninguna pequeñez por ninguna parte. Por el contrario, Vespucio destaca que la población es grandísima, y construida con mucho arte.

En una carta-relación de fecha posterior (Lisboa, 04 de septiembre de 1504), la famosa Lettera, Vespucio resume sin detalles, pero con palabras suficientes, el itinerario de sus primeros cuatro viajes por el Nuevo Mundo. Esta Lettera es la génesis del concepto de continentalidad desarrollado por él. La novedad y la amplitud de las costas descritas fueron base documental para la mayor parte de los mapas posteriores, incluso el mapamundi del alemán Waaldsemüller (1507) que le concede el nombre de Vespucio al continente. En la Lettera se lee lo siguiente: "…Fumo a terra in un porro dove trovamo una popolazione fondava sopra lacqua come Venetia; erano circa 44 case gran adoso di capane fondate sopra pali grossissimi..."

Este fragmento no precisa la ubicación geográfica de los palafitos, pero corresponde a la relación del primer viaje de Vespucio donde describe costas de la futura centroamérica. Al margen de las contradicciones reprochadas a los escritos de Vespucio, que en tiempos pasados movieron a diversos historiadores a designar, sin argumentos plenamente válidos, unas u otras cartas como apócrifas, para dar veracidad y autentificar a las restantes, es evidente que en ninguna parte consta que Vespucio llamara "pequeña Venecia" (al contrario, le pareció ver una "grandissima popolazione") o "Venezziola", a ningún poblado de palafitos, ni en las cercanías de la actual Maracaibo, ni en costas de la posterior centroamérica que cita en la Lettera. Sólo conjeturas muy vagas pueden sustentarse para suponer en la culta imaginación del cosmógrafo florentino el nombre de Venezuela que, según dicen, él sugirió a su compañero de nave Juan De La Cosa, presto cartógrafo de las tierras exploradas.

De tenerse por auténticas las cartas arriba citadas, es fácil deducir que la expresión casas sobre el agua, como Venecia, es más una figura literaria que otorga vívida ilustración a la descripción de dos lugares distintos en ubicación y similares en estructura, que a la sugestión de designar así para los europeos algún nuevo lugar. Si la intención comparativa hubiera sido más fuerte, el lugar hubiera sido llamado Nueva Venecia. Se puede sostener, sin duda alguna, que el asunto del diminutivo no pasa de ser una elucubración o, sencillamente, un invento de historiadores muy posteriores. Por otra parte, en sus escritos y mapas, Hojeda y De La Cosa a veces llaman al golfo de Venezuela por ese nombre, y otras veces como "Lago de Venecia", y esto es quizás lo único que pudiera tenerse como posible argumento, sin dejar de ser suposiciones poco científicas, para respaldar el invento de Venezuela como diminutivo de Venecia. En el mismo año en que Vespucio le escribía a Lorenzo Médici, Juan De La Cosa anotó en su mapamundi del 1500 el toponímico "Veneçiuela", inscrito en la delineación del golfo a la entrada del lago de Maracaibo (lago de San Bartolomé para la época, pero sin rótulo en este mapa). La coincidencia del año es otro de los supuestos argumentos. Se dice que Vespucio le sugirió el nombre a De La Cosa.

LA VERSIÓN ABORIGEN

Hay una versión del origen del nombre de nuestro país que tiene fundamentos más históricos, mejor documentados, y que no son un invento o una elucubración. Esta versión atribuye al nombre de Venezuela un origen autóctono que los españoles se apresuraron a reproducir. El apoyo documental a esta versión lo ofrece Martín Fernández de Enciso en su libro "Suma de Geografía que trata de todas las partes y provincias del mundo, en especial de las Indias", editada en Sevilla en 1519, y que es el primer impreso que habla del Nuevo Mundo. En él se lee: “…y al cabo dela cerca de la tierra está una peña grande que es llana encima della. Y encima de ella está un lugar o casas de indios que se llama Veneçiuela..."
Es de suponer que este dato fue aportado por Hojeda y De La Cosa a Fernández de Enciso porque él los conoció y viajó con ellos en 1502 a las mismas costas. En cambio, es muy poco probable que Vespucio y Fernández de Enciso se hayan conocido.

Algunos años más tarde, Juan Botero, en su libro "Relaciones de Universales del Mundo", afirma que en el golfo de Venezuela hay una población de indios con ese nombre edificada en un peñasco "essempto y relevado que se muestra sobre las aguas” véase que en ambos casos, los escritores dicen que el nombre del poblado indígena es Veneçiuela. Ellos no dicen que los españoles le hayan puesto el nombre, sino que sugieren que ese es su nombre indígena y punto. Finalmente, en un enunciado muy valioso, que reafirma la autoctonía del vocablo, Antonio Vázquez de Espinosa, sacerdote español que viajó por casi todo el continente en el último tercio de los mil quinientos, escribió en su "Compendio y descripción de las Indias Occidentales", fechado en 1629, lo siguiente: "Venezuela en la lengua natural de aquella tierra quiere decir AGUA GRANDE, por la gran laguna de Maracaibo que tiene en su distrito, como quien dice, la Provincia de la grande laguna..."

Como puede apreciarse, la segunda versión tiene un apoyo documental fehaciente y bastante antiguo. Esta versión es históricamente asertiva, mientras que el cuento de la Pequeña Venecia es nebuloso.

CONCLUSIONES

Todos los venezolanos conocemos, porque así nos la enseñan en la escuela, la versión de que el origen del nombre de Venezuela está en el corazón de un navegante italiano, que al visualizar en nuestro territorio ciertas edificaciones, añoró el recuerdo de un lugar europeo, Venecia, y le pareció muy simpático llamar a este nuevo lugar con el agregado de un morfema diminutivo, para significar la pequeñez de lo nuevo en comparación con la grandeza de lo viejo: Venecia-zuela, Venezuela.

El señor Américo Vespucio jamás emitió por escrito la palabra Venezuela o algo que se le pareciera. En los documentos de la época escritos por él mismo, las únicas referencias que hay a Venecia, están para comparar los palafitos de la laguna de Sinamaica, y también otros palafitos de algún lugar en Centroamérica, con las edificaciones elevadas sobre el agua de la romántica ciudad europea.

Como lo demuestro en este artículo, existen más evidencias documentales a favor del origen autóctono de la palabra que nos denomina como unidad territorial, que testimonios acerca de una presunta disminución de una gran ciudad del antiguo continente.

La versión de la "pequeña Venecia" es, sin embargo, la más difundida, la más conocida, casi la única que el común de los venezolanos maneja, incluso con orgullo. En esta disminución lingüística, se encierran dos caras de una misma moneda: en el anverso, la pequeñez y la minimización del invadido ante el invasor; en el reverso, la grandeza de lo impropio, de lo foráneo, lo magnífico de la lengua y la cultura del viejo continente sobre la supuesta pobreza de las tradiciones indígenas.

Desde luego, hay una posición racista en el transfondo. Este racismo no inspiró a Vespucio para inventar un nombre. El racismo pudo haber inspirado, siglos después, a los historiadores que constituían la voz oficial del discurso dominante.

No he podido determinar quién fue el primero que puso a circular la versión de la pequeña Venecia. En el importante diccionario de toponimia de Adolfo Salazar Quijada se recoge la versión escrita por el historiador José Luís Salcedo Bastardo. Arturo Uslar Pietri, gran intelectual venezolano, fructífero en muchos aspectos, fue también, muchas veces, y lamentablemente, voz cultural de las clases dominantes, y fue uno de los que más propulsó la versión de la pequeña Venecia, gracias a su relativa popularidad y ascendiente mediático, labrado durante décadas de permanencia en la televisión y la prensa.

A través de la industria cultural y de los medios de comunicación social, se perpetúa en el conocimiento y la memoria colectiva, por los más diversos procedimientos, la versión de la pequeña Venecia. Una canción del señor Ricardo Montaner llamada justamente "La pequeña Venecia" sonó incontables veces en la radio, en los videoclips. Un librito muy exitoso, aparentemente muy vendido, del famoso historiador y tránsfuga político Manuel Caballero, se titula "De la pequeña Venecia a la Gran Venezuela". Aunque nadie leyese este libro, basta mirar su portada en las vitrinas de las librerías o en las mesas de los buhoneros, para impregnarse la conciencia, inadvertidamente, de la pequeñez del nombre de nuestro país, sobre todo al contrastarlo con el significado que tiene "La Gran Venezuela" en el imaginario de los venezolanos de las tres últimas décadas, con su significación de derroche y fracaso.

Tenemos, pues, un nombre cuyo origen se ha virtualizado. Nadie puede sostener con conocimiento documental el cuento de la pequeña Venecia. Todos citan las voces de Salcedo Bastardo, de Uslar Pietri, de Caballero, de Montaner.

Esta historia virtual coexiste con una historia real, que reposa en las bibliotecas universitarias, y a la que pocos tienen acceso, impedidos por la conformidad con la interesada versión industrial, sostenida por los voceros de la clase dominante.

Como lingüista, pienso que una buena manera de apoyar la versión de la autoctonía sería estudiar las probabilidades, que yo pienso son muchas, de que el vocablo Veneçiuela –que es el original cartográfico en 1500- corresponda a una pronunciación castellanizada de un vocablo de la lengua propia de la etnia Añú.

La etnia Añu o Paraujana es la aborigen de la zona de entrada al Lago de Maracaibo.

Los añú son los pobladores de la laguna de Sinamaica y de los eternos palafitos que allí todavía se edifican.

Esto es lo que Vásquez Espinosa declaró hace 376 años.

Lamentablemente, la lengua Añú está prácticamente extinta tras centurias de segregación, con escasísimos legados transcritos, aunque se hacen loables esfuerzos actualmente para lograr su resurrección.

Pienso que las probabilidades de que el nombre de nuestra patria derive de un diminutivo de Venecia en el castellano o aún en el italiano de aquella época, son realmente escasas.

Además, he expuesto que no existe ningún fundamento documental para atribuirle a Américo Vespucio, ni a ningún otro invasor europeo, la autoría del topónimo Venezuela.

En este punto debo decir que yo no soy original en esta exposición. Hace varios años, el Hermano Nectario María, fecundo recopilador de nuestra historia, llamó la atención sobre este asunto del nombre cuando escribió sobre el Lago de Maracaibo.

Fue el primer venezolano en tener acceso al libro de Fernández de Enciso, en el Archivo de Indias de Sevilla.

El médico y filósofo marabino Roberto Jiménez Maggiolo ha publicado recientemente una nota al respecto, y varios otros intelectuales, sobre todo zulianos, han denunciado un invento que parece fruto de los grupúsculos que han dominado el flujo de conocimientos en nuestro país, y han querido sustraer de nuestro patrimonio cultural hasta el nombre que nos identifica como nación.

Lo cuentan las voces de los que se resisten.
Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”
« ... Hemos guardado un silencio muy parecido a la estupidez...»

lunes, 21 de marzo de 2011

El mito de “El Gran Diablo”

IDENTIDAD Y TRADICION

El mito de “El Gran Diablo”

La criptozoología (del griego cryptos, "oculto", zoos, "animal" y logos, "estudio"), es la disciplina que investiga a hipotéticos animales ocultos denominados "críptidos"; no reconocidos por la zoología contemporánea, pero presentes en la mitología y el folklore de los pueblos, los cuales poseen una gran lista de reportes a través del tiempo, y que en algunos casos se manifiestan testigos de avistamientos, entregando una descripción coincidente con las características de estos animales extintos.

Según algunos científicos el hombre hace su aparición en la tierra aproximadamente hace unos 4 millones de años, a través de un genero extinto de homínidos que vivieron en África y que la antropología identifica como una raza evolucionada de primates (monos), que ha sido clasificada como “Australopithecus”, en cambio el hombre racional o homo sapiens aparece hace unos 200 mil años, produciéndose una fuerte interrogante acerca de una especie que pudo haber evolucionado entre estas dos y que ha sido llamada “Eslabón Perdido”.

Los científicos nos dicen que en algún momento de la evolución de los animales como especies inferiores, surgió un ser que dejó de actuar por instinto, esa especie comenzó a “pensar”, lo que significa que modificó la naturaleza para generar una nueva manera de vivir, al utilizar al medio ambiente que lo rodeaba para su beneficio: fabricó herramientas, sembró la semilla, confeccionó la piel de los animales, los domesticó, usó el fuego, y así continuó en un proceso evolutivo hasta convertirse en la raza humana.

Ese nuevo espécimen es el que la ciencia busca afanosamente y que ha llamado “Eslabón Perdido”

La expresión "eslabón perdido" se refiere originalmente a los fósiles transicionales (espécimen con rasgos morfológicos intermedios entre dos tipos de organismos que tienen una relación de ancestro y descendiente), hoy en día no es una expresión de uso científico, aunque sí abunda en los medios de comunicación, que suelen denominar "eslabón perdido" a casi cualquier fósil transicional que se descubre, por lo general es un críptido (ya que solo se cuenta con relatos), al cual comparan con un simio gigante y que solo es localizado en zonas boscosas, entre los mas mencionados están: el humanzee (simio de nombre Oliver), el orang pendek el cual se encuentra localizado en Sumatra (Indonesia), el legendario pie grande ubicado en el Noroccidente Ecuatoriano y en Norteamérica, el jucumari en Argentina y Bolivia, el mohán leyenda de nuestra hermana Colombia, el famoso yeti, mayormente conocido como el abominable hombre de las nieves localizado en la impresionante Cordillera del Himalaya, el chuchuna en Siberia, el hibagon en Japón, el yeren en China, el basajaun en los Países Vascos y el gran diablo en nuestra Patria Venezuela, entre otros.

Humanzee (también manpanzee o chuman) es un término usado para referirse a los híbridos hipotéticos entre humano y chimpancé y, particularmente, a un peculiar simio de nombre Oliver, que fue popularizado en 1.970 como un posible híbrido auténtico, aunque posteriormente se comprobó que no lo era, supuestamente, Oliver presentaba características excepcionales en un simio, como su costumbre de caminar siempre erguido como los humanos, y su gran inteligencia. esto hizo de Oliver un enigma para la ciencia y también, por desgracia, una sometida estrella del show business y del morbo del público.

Aunque parezca increíble en VENEZUELA habita esta especie extraordinaria sobreviviente de la era cenozoica y vive en las selvas de la Guajira, se trata de un simio que camina erguido, mide casi 2 metros de alto y sus facciones físicas y actitudes manuales son parecidas a la de los seres humanos, los nativos le temen por su apariencia y comportamiento social muy diferente al de los otros monos que habitan en la selva, se cree que es el paso evolutivo del mono al hombre, es una especie no clasificada por los antropólogos.

Existe un antiguo mito en la serranía del perijá en donde viven los Yukpa o Motilones pueblo de lengua Caribe fronterizo con Colombia que dice “Tavoukcha fue un Yukpa que subió a los cielos para hablar con Amalivaca creador de la humanidad del Gran Rio Orinoco y del viento, después de una larga conversación Tavoukcha regresó a la tierra y se trajo a los monos para que vivieran aquí, se apareó con una mona y engendró a Mashiramu, un híbrido entre hombre y mono de gran estatura y con el cuerpo totalmente cubierto de pelos, vive solitario en la espesura de la selva nublada, es huidizo y rechaza el contacto con los hombres, la tradición oral dice que le gusta raptar a las mujeres, debido a sus características corporales es comparado con un hombre peludo que vive en los bosques”.

El naturalista y explorador alemán Alejandro de Humboldt, sin saberlo, también fue testigo de ese misterioso “Eslabón Perdido”, cuando realizó sus exploraciones científicas en estas tierras, entre 1799 y 1804, junto con el botánico Aimé Bonpland, ambos fueron contratados por la Corte española, interesada en conocer el potencial científico y económico de estas tierras divididas geográficamente en virreinatos, y que abarcaban desde los pantanos de Florida hasta la Patagonia Argentina.

En 1799, Humboldt realizó un estudio científico del territorio venezolano, en su recorrido por el río Orinoco, visitó el cerro Anchi-tipuiri que significa “cerro del hombre de los bosques”, donde los nativos narraron sus experiencias con el “Gran Diablo”, como llamaban a esa extraña criatura que vivía en la selva.
Así lo narró Humboldt: “Es un mono de gran tamaño, se frota la cara cuando se irrita, a distancia se le confunde con un hombre, en algunas oportunidades ha raptado mujeres de la tribu, las cuales regresan al tiempo y cuentan sus experiencias sexuales con ese enorme mono, que al igual que los nativos, construye cabañas para pasar la noche”

En el año 1769, el naturalista Edward Bancroft en su condición de médico, e internado en las selvas Suramericanas, describe a un supuesto orangután que los nativos reseñaban como de un metro y medio de estatura, andar erguido de forma humana y cubierto de pelo corto y negro, aunque el creía que lo de la altura era solo una exageración, ya que los nativos sentían un gran pavor ante este primate, pero a su ves el Doctor reconoce que el mismo es más grande que el simio Africano e incluso que el de las Islas Orientales

Hay testimonios de encuentros con estos seres por parte de funcionarios coloniales británicos en Guayana y en Honduras Británicas, donde reciben el nombre de Dwendis, que significa "Duendes", aquí en Venezuela tenemos algunos relatos que coinciden en los detalles más significativos de las descripciones, aunque algunos tienen detalles truculentos que pueden ser fruto de la imaginación, como es el caso de un tal Emiliano Martínez que cuenta haber sido atacado por un animal humano peludo, el 10 de abril de 1954, cuando regresaba a su carro venia de cacería en las montañas de Mérida, después de haber atravesado un sendero inhóspito entre matorrales, frailejones y riachuelos, dice él que el animal lo agarró justo cuanto iba a entrar a su vehículo, lucharon un rato y Emiliano logró escapar hiriéndolo al hombre mono con una piedra en la cabeza, gracias a esta acción pudo poner en marcha el carro y huir del lugar.

En el año 1918, un grupo de 20 exploradores, encabezados por el geólogo suizo François De Loys, realizaba el trazado del plano geológico de la remota región del Cubo ubicada en el pie de monte de la Cordillera de Perijá en Venezuela, un área cercana a la frontera colombiana. Mientras descansaban de las tareas del día a las orillas del Río Tarra, en el estado Zulia, vieron algo que al principio pensaron eran dos osos, las criaturas eran casi del tamaño de un hombre, estaban cubiertas de pelo y entre gruñidos se preparaban para atacar al campamento, pero apenas estos animales lanzaron las primeras ramas y excrementos el geólogo suizo De loys dio la orden de abrir fuego contra ellos, hiriendo a uno que huyó cojeando selva adentro y el otro se derrumbó herido mortalmente.

Este grupo de exploradores jamás habían visto un animal parecido, por lo que se le acercaron con cuidado y al comprobar que estaba muerto, decidieron dejar constancia del encuentro, el simio fue sentado en un guacal vacío, se le sostuvo la cabeza alzada con una rama y se le tomó una fotografía, la criatura tenía 32 dientes, media 1.57 m de alto, carecía de cola y lo que al principio pensaron era un pene, resultó ser un clítoris, que como en otras especies de primates era largo y bulboso, tomaron algunas muestras físicas del animal como la piel y el cráneo, y decidieron regresarse.

El regreso les tenia preparadas otras sorpresas, ya que el Perijá es una zona de montañas en donde llueve mucho convirtiendo a un manso y pequeño arroyo en un turbulento y peligroso torrente de agua en solo cuestión de segundos, esto producto de un fenómeno meteorológico único que se produce en el Sur del Lago de Maracaibo llamado el Relámpago del Catatumbo, además del inclemente sol Zuliano el cual causaba un insoportable calor, añadiéndole a esto como si fuera poco una buena dosis de mosquitos y una población de naturales Yuckpas, Barís y Guajiros, que atacaban con frecuencia su campamento ya que consideraban que estos estaban invadiendo sus dominios, muchos sucumbieron victimas de la fiebre, el paludismo, la selva y hasta por las flechas envenenadas de los naturales del lugar, tantas contrariedades obligaron a De Loys a sacrificar parte de la carga entre ella los restos de la criatura tomados como muestra, quedándose solo con una increíble y enigmática fotografía que causaría polémicas y debates entre los geólogos del mundo durante medio siglo.

De Loys había llegado a Venezuela contratado por la Royal Dutch Shell para que trazara el plano geológico de un área cercana a la frontera colombiana, para llegar allí, remontó el Río Catatumbo desde el Lago de Maracaibo hasta su destino; el remoto poblado de El Cubo. Recién graduado en Geología, De Loys se dedicó con paciencia a su labor, por lo que el extraño encuentro no pasó de una curiosidad, que junto a la foto fueron a parar a sus archivos cuando abandonó Venezuela en 1920.

En 1928, François De Loys, conoció a George Montandon un médico suizo cuya curiosidad científica lo acercaría a la geología, la antropología y otro montón de ciencias sin aparente orden o conexión, este compartió con él su experiencia en Venezuela. El interés de Montandon fue inmediato, la prueba sobre la existencia de un hombre primitivo americano le daba más credibilidad a su teoría, porque llenaba un vacío que había encontrado en sus estudios para determinar el origen del hombre “rojo” o amerindio, sin perder tiempo, en marzo de 1929, Montandon envió a la Academia de Ciencias de París, una nota indicando el descubrimiento clasificándolo como el único miembro de una nueva familia al cual bautizó con el nombre de Ameranthropoides loysi ya que él creía fervientemente en la autenticidad de la fotografía.

La reacción de los académicos franceses no se hizo esperar, y aunque al principio Montandon encontró algún foro, en muy poco tiempo el descubrimiento fue tachado de fraude, entre las críticas que se exponen, estaba el hecho de que De Loys, sólo tomó una foto, nadie ni nada aparecen en la foto como punto de referencia al tamaño del animal, las afirmaciones sobre la dentadura son imposibles de corroborar y además, el hecho de que no tenga cola es imposible de saber ya que la foto presenta al simio sólo de frente, por otro lado Sir Arthur Kid, denunció los hechos cómo un fraude, y se burló con ironía del diario London News y del relato que hizo De Loys cuando fueron atacados por criaturas que a primera vista clasificaron como osos, Sir Arthur aseguró que se trataba de un simple mono araña suramericano al que le habían cortado la cola.

George Montandon, para ayudar a De Loys hizo un experimento que confirmara la autenticidad del extraño animal y demostrarle a Sir Arthur que no era ningún fraude, Montandon utilizó una caja de hojalata usada para envases de petróleo idéntica a la que se veía en la foto, tomó dos fotografías más, en una, aparecía un mono araña común, y en la otra, un hombre sentado en la caja y comparó el tamaño del simio extraño con el mono araña común y este resultó ser de menor tamaño; pero comparado con el del hombre, se confirmó que el primate era de más de metro y medio de altura.

En 1929, cuenta el médico venezolano Enrique Tejera, se encontraba en París cuando leyó en el periódico sobre una conferencia que iba a ser dictada por George Montando acerca del descubrimiento de un antropoide en Venezuela, curioso, asistió a la misma, pero lo que escuchó no era nada nuevo, y para su sorpresa era inclusive demasiado familiar, en 1917, Tejera trabajaba como médico en un campo de exploración petrolera en Perijá, donde el geólogo era François De Loys, que según Tejera era un bromista por lo que un día le regalaron un mono que tenía la cola enferma, y como hubo que cortársela, inmediatamente lo empezó llamar el hombre mono poco después, Tejera volvió a encontrarse con De Loys, esta vez en el campo de Mene Grande, donde el mono murió, allí vio como lo sentaban en una caja, le sostenían la cabeza con un palo y le tomaban una foto, Tejera escribió esto en una carta a el periódico venezolano El Universal cuando este publicó noticias sobre el Hombre-Mono venezolano.

Desde entonces, no se ha sabido más sobre simios extraños que pudieran reivindicar o destruir la teoría de Montandon, pero cierto o falso en Venezuela también tenemos nuestro cuentos de la cripta, y además se cree que de donde surgió esta especie aún no identificada, se inició el proceso evolutivo que se extendió por todo el planeta, hasta constituir las razas humanas en todas sus variedades (americanas, europeas, australianas, asiáticas y africanas).

Lo cuentan las voces de los que se resisten.

Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”

« ... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...»

Rómulo Pérez
C.I. V - 6.364.374

lunes, 14 de marzo de 2011

EL DISCURSO DE ANGOSTURA "I"

EL DISCURSO DE ANGOSTURA "I"

Discurso de Simón Bolívar
Ante el Congreso de Angostura
El 15 de febrero de 1819, día de su instalación.

Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la Nación.

Al transmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me liberto de la inmensa autoridad que me agobia, como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso cargo de Dictador Jefe Supremo de la República. ¡Pero ya respiro devolviéndoos esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en medio de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social! No ha sido la época de la República, que he presidido, una nueva tempestad política, ni una guerra sangrienta, ni una anarquía popular, ha sido, sí, el desarrollo de todos los elementos desorganizadores: ha sido la inundación de un torrente infernal que ha sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre ¡y un hombre como yo! ¿Qué diques podría oponer al ímpetu de estas devastaciones? En medio de este piélago de angustias no he sido más que un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja. Yo no he podido hacer ni bien ni mal; fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de nuestros sucesos; atribuírmelos no sería justo, y sería darme una importancia que no merezco. ¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad las leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno republicano la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional. No me preguntéis sobre los efectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas se me puede suponer simple instrumento de los grandes móviles que han obrado sobre Venezuela; sin embargo, mi vida, mi conducta, todas mis acciones públicas y privadas están sujetas a la censura del pueblo. ¡Representantes! vosotros debéis juzgarlas. Yo someto la historia de mi mando a vuestra imparcial decisión; nada añadiré para excusarla; ya he dicho cuanto puede hacer mi apología. Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para mí al de Libertador que me dio Venezuela, al de Pacificador que me dio Cundinamarca, y a los que el mundo entero puede dar.

¡Legisladores! Yo deposito en vuestras manos el mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el augusto deber de consagraros a la felicidad de la República: en vuestras manos está la balanza de nuestros destinos, la medida de nuestra gloria; ellas sellarán los decretos que fijen nuestra Libertad. En este momento el Jefe Supremo de la República no es más que un simple ciudadano; y tal quiere quedar hasta la muerte. Serviré sin embargo en la carrera de las armas mientras haya enemigos en Venezuela. Multitud de beneméritos hijos tiene la patria, capaces de dirigirla, talentos, virtudes, experiencia y cuanto se requiere para mandar a hombres libres, son el patrimonio de muchos de los que aquí representan el pueblo; y fuera de este soberano cuerpo se encuentran ciudadanos que en todas épocas han demostrado valor para arrostrar los peligros, prudencia para evitarlos y el arte, en fin, de gobernarse y de gobernar a otros. Estos ilustres varones merecerán sin duda los sufragios del Congreso y a ellos se encargará del gobierno, que tan cordial y sinceramente acabo de renunciar para siempre.

La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente Ya, pues, que por este acto de mi adhesión a la libertad de Venezuela puedo aspirar a la gloria de ser contado entre sus más fieles amantes; permitidme, Señor, que exponga con la franqueza de un verdadero republicano mi respetuoso dictamen en este Proyecto de Constitución que me tomo la libertad de ofreceros en testimonio de la sinceridad y del candor de mis sentimientos. Como se trata de la salud de todos, me atrevo a creer que tengo derecho para ser oído por los representantes del pueblo. Yo sé muy bien que vuestra sabiduría no ha menester de consejos, y sé también que mi Proyecto, acaso, os parecerá erróneo, impracticable. Pero Señor, aceptad con benignidad este trabajo, que más bien es el tributo de mi sincera sumisión al Congreso que el efecto de una levedad presuntuosa. Por otra parte, siendo vuestras funciones la creación de un cuerpo político y aun se podría decir la creación de una sociedad entera, rodeada de todos los inconvenientes que presenta una situación, la más singular y difícil, quizá el grito de un ciudadano pueda advertir la presencia de un peligro encubierto de desconocido.

Echando una ojeada sobre lo pasado, veremos cuál es la base de la República de Venezuela.

Al desprenderse la América de la Monarquía Española, se ha encontrado semejante al Imperio Romano, cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio del antiguo mundo. Cada desmembración formó entonces una nación independiente conforme a su situación o a sus intereses; pero con la diferencia de que aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras asociaciones. Nosotros ni aún conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiempo; no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto de disputar a los naturales los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestro caso es el más extraordinario y complicado. Todavía hay más; nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos en tanta más dificultad para alcanzar la Libertad, cuanto que estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre; porque no solamente se nos había robado la Libertad, sino también la tiranía activa y doméstica. Permítaseme explicar esta paradoja. En el régimen absoluto, el poder autorizado no admite límites. La voluntad del déspota es la Ley Suprema, ejecutada arbitrariamente por los subalternos que participan de la opresión organizada en razón de la autoridad de que gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles, políticas, militares y religiosas; pero al fin son persas los sátrapas de Persia, son turcos los bajaes del gran señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. La China no envía a buscar mandarines a la cuna de Gengis Kan, que la conquistó. Por el contrario, la América todo lo recibía de España que realmente la había privado del goce y ejercicio de la tiranía activa, no permitiéndose sus funciones en nuestros asuntos domésticos y administración interior. Esta abnegación nos había puesto en la imposibilidad de conocer el curso de los negocios públicos; tampoco gozábamos de la consideración personal que inspira el brillo del poder a los ojos de la multitud, y que es de tanta importancia en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era relativo a la ciencia del Gobierno.

Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que, instigado por el sentimiento de su fuerza, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad. Así, legisladores, vuestra empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del error y por incentivos nocivos. La libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que robustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos sus miembros por las cadenas, debilitada su vista en las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las pestilencias serviles, ¿serán capaces de marchar con pasos firmes hacia el augusto Templo de la Libertad? ¿Serán capaces de admirar de cerca sus espléndidos rayos y respirar sin opresión el éter puro que allí reina?

Meditad bien vuestra elección, legisladores. No olvidéis que vais a echar los fundamentos a un pueblo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis su base al eminente rango que le espera. Si vuestra elección no está presidida por el genio tutelar de Venezuela, que debe inspiraros el acierto al escoger la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adoptar para la felicidad del pueblo; si no acertáis, repito, la esclavitud será el término de nuestra transformación.

Los anales de los tiempos pasados os presentarán millares de gobiernos. Traed a la imaginación las naciones que han brillado sobre la tierra, y contemplaréis afligidos que casi toda la tierra ha sido, y aún es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos sistemas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos; y si la costumbre de mirar al género humano conducido por pastores de pueblos, no disminuyese el horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños destinados a alimentar a sus crueles conductores. La naturaleza a la verdad nos dota, al nacer, del incentivo de la libertad; mas sea pereza, sea propensión inherente a la humanidad, lo cierto es que ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen. Al contemplarla en este estado de prostitución, parece que tenemos razón para persuadimos que los más de los hombres tienen por verdadera aquella humillante máxima, que más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía. ¡Ojalá que esta máxima contraria a la moral de la naturaleza fuese falsa! ¡Ojalá que esta máxima no estuviese sancionada por la indolencia de los hombres con respecto a sus derechos más sagrados!

Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido la opresión; pero son rarísimas las que han sabido gozar algunos preciosos momentos de libertad; muy luego han recaído en sus antiguos vicios políticos; porque son los pueblos más bien que los gobiernos los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la dominación los hace insensibles a los encantos del honor y de la prosperidad nacional; y miran con indolencia la gloria de vivir en el movimiento de la libertad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia voluntad. Los fastos del universo proclaman esta espantosa verdad.

Sólo la democracia, en mi concepto, es susceptible de una absoluta libertad; pero, ¿cuál es el gobierno democrático que ha reunido a un tiempo, poder, prosperidad, y permanencia? ¿Y no se ha visto por el contrario la aristocracia, la monarquía cimentar grandes y poderosos imperios por siglos y siglos? ¿Qué gobierno más antiguo que el de China? ¿Qué república ha excedido en duración a la de Esparta, a la de Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la tierra? ¿No tiene la Francia catorce siglos de monarquía? ¿Quién es más grande que la Inglaterra? Estas naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y monarquías.

A pesar de tan crueles reflexiones, yo me siento arrebatado de gozo por los grandes pasos que ha dado nuestra República al entrar en su noble carrera. Amando lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando a lo más perfecto al separarse Venezuela de la nación española, ha recobrado su independencia, su libertad, su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose en una República Democrática, proscribió la monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró los derechos del hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado admirados por la pureza que los ha dictado. El primer Congreso de Venezuela ha estampado en los anales de nuestra legislación, con caracteres indelebles, la majestad del pueblo dignamente expresada, al sellar el acto social más capaz de formar la dicha de una nación. Necesito de recoger todas mis fuerzas para sentir con toda la vehemencia de que soy susceptible, el supremo bien que encierra en sí este Código inmortal de nuestros derechos y de nuestras leyes. ¡Pero cómo osaré decirlo! ¿Me atreveré yo a profanar con mi censura las tablas sagradas de nuestras leyes. . .? Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un amante de la patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica. Estoy penetrado de la idea de que el Gobierno de Venezuela debe reformarse; y que aunque muchos ilustres ciudadanos piensen como yo, no todos tienen el arrojo necesario para profesar públicamente la adopción de nuevos principios. Esta consideración me insta a tomar la iniciativa en un asunto de la mayor gravedad, y en que hay sobrada audacia en dar avisos a los consejeros del pueblo.

Continuará …

Lo cuentan las voces de los que se resisten.

Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”

« ... Hemos guardado un silencio muy parecido a la estupidez...»


Rómulo Pérez
C.I. – 6.364.374

sábado, 5 de marzo de 2011

PRINCIPIOS IMPERIALISTAS.

De: "TRABUCO" sieli67@yahoo.es

Asunto: PRINCIPIOS IMPERIALISTAS.

"ALERTA ES EL MISMO BRUJO… NO ES DIFERENTE ¡QUE CHIMBO!"

HABLEMOS CLARO:

Ahora me gustaría hablar claramente sobre algo, especialmente ahora que muchos se andan por las ramas, ahora que nadie dice lo que realmente piensa porque no es correcto, no es costumbre o porque nos trae recuerdos que es mejor dejar enterrados.

Precisamente por eso es necesario que alguien cuente las cosas como son.

Por supuesto que los extranjeros, incluso en el sur y en el este, son gente también. Nadie pone eso en duda. Tienen ojos, boca y nariz como nosotros. Sienten amor y miedo como nosotros y tienen talento o son tontos como nosotros y así sucesivamente. Está claro que entre ellos, al igual que entre nosotros, los hay más o menos decentes y que cuando crecen en las circunstancias apropiadas no tienen más propensión al crimen que la que podamos tener nosotros.

Pero no se trata de eso. Se trata de esto:

Nosotros tenemos que defender nuestra cultura, tenemos que defender nuestra riqueza sin la cual nuestra cultura no existiría.El hecho es que aquí vivimos en el país más rico del mundo.Y esto también va para todos aquellos que pueden leer esto,para los americanos tanto como para los suizos o los austriacos. Aquí tenemos prosperidad y una estructura social segura con las que los latinos o los africanos solo pueden soñar.

Los etíopes o los colombianos no pueden ni siquiera imaginárselas. Afrontemos los hechos como son: de los seis billones de habitantes del mundo, solo un billón vive en las 'naciones industrializadas' y curiosamente esos somos nosotros.Nosotros, el sexto de la humanidad, somos dueños de cuatro quintos de la riqueza de la Tierra, Consumimos el 70% de la energía, el 60% de la comida y el 85% de la madera de la tierra. Que pasaría si los otros simplemente vinieran y pidieran su parte, hasta ahora no han sido más que un millón o millón y medio de pobres diablos que llegan a nosotros huyendo de persecuciones policiales, de guerras o de hambre.

Bueno, pero ahí fuera no hay millones sino unos cuantos billones de pobres diablos llenos de envidia de nuestra prosperidad, nosotros, el sexto más rico, tenemos sesenta veces más que el sexto de los más pobres. Es una realidad que se tiene que asumir completamente sin avergonzarse de ello. Afrontemos los hechos como son: de los seis billones de habitantes del mundo, solo un billón vive en las 'naciones industrializadas'. Consumimos tanta gasolina como diez africanos negros. Un alemán emite tanto CO2 en el aire como 65 negros. En nuestra parte del mundo hay un coche por cada dos habitantes, contando a los niños. En la India, hay un coche por cada 455 personas. Afrontémoslo, si todos ellos quisieran vivir como nosotros, acabaríamos con el planeta, No hay suficiente petróleo en el mundo para que los latinos, los negros y los chinos conduzcan coches también. Esos son hechos.

Quien se pregunta, al comprar una falda de algodón barata de la India o un precioso pañuelo de seda, si son baratos porque están relacionados con la explotación laboral infantil, ¡nadie!, la caridad comienza en casa. Nuestra prioridad es pensar en nuestro futuro y en el de nuestra familia, en más nadie y eso es natural.

Los latinos o los africanos harían lo mismo si ellos fueran las naciones que dirigiesen el mundo No nos engañemos: el orden mundial entero descansa en la supremacía de las naciones industrializadas. Y las naciones industrializadas dan por sentado que tienen que hacer cualquier cosa para proteger su supremacía en el mundo, principalmente por medios políticos económicos y hasta bélicos si es necesario en estos días. No estamos sólo protegiendo nuestras fronteras contra la entrada de refugiados de los países pobres, sino también nuestros mercados de sus productos.

Por ejemplo:

No nos interesan tanto sus manufacturas textiles como sus materias primas. Importamos su cacao, pero nunca chocolate. Después de todo tenemos que proteger nuestra industria textil y chocolatera de la competencia. En verdad no tenemos el mínimo interés en que los países de ahí abajo establezcan sus propias industrias o se desarrollen. Lo que queremos es seguir vendiendo nuestros productos industriales a alto precio y comprarles materias primas baratas.

¿Pero, serán estas medidas económicas y políticas, siempre suficientes para asegurar nuestra supremacía en el mundo?

- Si es necesario utilizaremos cualquier día nuestras medidas militares -

Cuando asistimos al colapso del Imperio Rojo, algunas personas actuaron durante una temporada como si fuera a llegar la paz eterna. Pero para los más previsores estaba claro que los problemas no vendrían tanto del Este como del Sur. Desde la guerra del Golfo, una cosa queda clara: cuando Saddam Hussein intentó quedarse con Kuwait, la quinta parte más rica le echamos un buen rapapolvo como venganza.

Por suerte hicimos creer al mundo entero que estábamos tratando con un verdadero dictador y con un violador del derecho internacional, así nadie podía decir que no teníamos derecho a hacerlo. Pero no fue solo Saddam el que probó el significado de nuestra superioridad tecnológica-militar.

La guerra televisada mostró a todo el Sur quienes eran los dueños del mundo, y el señor Milosevic, que también por suerte es un dictador y un criminal de guerra, nos hizo un favor semejante para que nadie se atreviese a señalarnos haciéndonos co-responsables de la guerra al rechazar nuestro ultimátum y otros actos diplomáticos.

Mirándolo sin avergonzarnos estas guerras no son necesarias pero indiscutiblemente no todos nos beneficiamos de la misma manera de nuestras ventajas en el mundo. A unos pocos no se les tiene tanto en cuenta; pero contra eso no se puede hacer nada. Nuestro sistema es meritocrático como una competición de esquí: que uno sea doscientas centésimas de segundo más lento que el otro, no quiere decir que, por eso, sea peor esquiador. Pero, de acuerdo con las reglas, solo tres pueden obtener una medalla y el resto nada.

Hay algunos que saben que nunca ganarían una medalla, que nunca pertenecerán a la clase de los que tienen éxito y son famosos. Estos están frustrados y no se puede hacer nada para evitarlo. Por supuesto que sería muy agradable cambiar nuestra escala de valores y situar la amistad, la simpatía, el humor, o la capacidad de ser feliz y disfrutar la vida en lo alto de la escala, pero si lo hubiéramos hecho así no habríamos llegado a ser tan prósperos como somos hoy.

¡Tienen que entenderlo!:

Debemos nuestra prosperidad a nuestro sistema de valores, en el cual el éxito a costa de lo que sea se sitúa como el valor más privilegiado de la lista.

Ellos pasan por alto el hecho de que un mínimo de humanidad es necesario para mantener nuestra reputación en el mundo, lo cual, por supuesto, también contribuye a nuestros éxitos económicos. También pasan por alto el hecho de que el precio de ese ejercicio de humanidad no es tan alto. Los bancos alemanes por sí solos ganan cuarenta y cinco veces más con los intereses de los préstamos a países en vías de desarrollo de lo que los gobiernos federales gastan en ayuda a refugiados y a demandantes de asilo. Pero todavía uno tiene que mostrar cierto grado de entendimiento con esos enfervorizados y radicales jóvenes y no demonizarlos como extremistas de derecha o neonazis puros y duros.

Por supuesto que no es agradable prender fuego a las residencias de los demandantes de asilo o ir dando palizas racistas por ahí. Eso es primitivo y cruel, pero, sobre todo, estas acciones extremas perjudican nuestras relaciones internacionales y nuestra política comercial exportadora de forma directa. Pero detrás de esos estúpidos excesos, que repito siento que son completamente débiles, hay un sentimiento y un pensamiento totalmente realista: hay que construir un muro que nos proteja de las embestidas del Sur.

¡Pero no debemos permitir esos excesos!.

Debemos mantener el orden. Por otro lado, debemos reconocer que la premisa que esos excesos expresan es completamente saludable y es el resultado lógico de nuestra posición de poder económico y político en el mundo. Y probablemente, sí probablemente, algún día necesitemos esa actitud básica mucho más que hoy porque, quién puede decir que un día no tendremos que defender nuestros logros y nuestra posición en el mundo incluso militarmente.

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"POR ESTAS RAZONES UNÁMONOS CONTRA LA TIRANÍA IMPERIALISTA,
PARA SUPERAR LAS DURAS CIRCUNSTANCIAS QUE NOS ESTÁN RESERVADAS,
POR DECISIÓN DE LAS MANOS NO TAN INVISIBLES DEL IMPERIO".

"NO HAY PUEBLO VENCIDO"

"AL PASADO NO REGRESAREMOS JAMAS"

"TRABUCO" sieli67@yahoo.es

Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”

« ... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...»

martes, 1 de marzo de 2011

Hablando de “Pacheco”

IDENTIDAD Y TRADICION

Hablando de “Pacheco”

-¡Ahí viene Pacheco!... ¡Llegó Pacheco!...-

Por medio de estas líneas quiero expresar un poco de ese sentimiento que todos llevamos dentro, ese sentimiento colectivo que nos invade en navidad, cuando todo se viste de fiesta, resaltando que es una época de sabor y de festejo, de reuniones, de encuentros, en fin, de felicidad.

La navidad desde que comienza todo es alegría y cada uno de nosotros la disfruta intensamente, entre música, reuniones, brindis y ese delicioso arte culinario que nos distingue en todo el mundo entero, mostrando nuestra identidad cultural, la cual se expresa con fuerza, al ver esas reuniones colectivas de cada familia Venezolana, que hacen que estas fechas sean muy especiales de verdad.

Entre las manifestaciones culturales que se suelen celebrar en navidad y en algunos casos extenderse hasta febrero tenemos: los aguinaldos, el pesebre, las gaitas, las misas de aguinaldos, la mesa navideña, las parrandas, las paraduras del niño, las patinatas, las danzas de los pastores ó el velorio del niño Jesús, El día de los Santos inocentes, el día de Los locos y locaínas, El año nuevo y El año viejo, entre otras.

Además de las manifestaciones culturales antes mencionadas, también en Venezuela se están celebrando otras expresiones culturales no autóctonas de la Nación, como por ejemplo Halloween o noches de brujas, San Nicolás o Santa Claus, el Espíritu de la Navidad, el Árbol de Navidad, el Intercambio de Regalos, el dar o pedir el Aguinaldo, etc.

Todas estas manifestaciones nos llenan de una calidez social y familiar muy especial en donde la solidaridad y los valores humanos, marcan ese amor social que tenemos todos, haciendo del Venezolano ese ser especial que espera recibir el nuevo año lleno de esperanzas y proyectos que en el año viejo se realizaron a medias o simplemente no se realizaron.

Yo, en lo personal tengo un proyecto que anhelo realizar en los siguientes años por venir, y además espero que los lectores de estas líneas me apoyen y me ayuden a lograr ese propósito.

Se trata de darle forma física y fuerza a “Pacheco”, personaje legendario Venezolano, que siempre lo relacionamos con el frio Avileño (Waraira Repano), pero que nunca lo involucramos con nuestras festividades de navidad; de “Pacheco” nos hemos encargado los Venezolanos de regarlo por todo el mundo, de hecho la Real Academia Española lo reconoce como “Frio intenso”, y así lo conocen en Costa Rica, Ecuador, España y otras partes del mundo, además de Venezuela, pero “Pacheco” es mas que eso, el no solo representa al frio, también representa la humildad al ofrecer sus flores, frutas, legumbres y algunos tallados en maderas que solía hacer para los niños, no solo en venta, también los fiaba y en algunas ocasiones los regalaba a cambio de una sonrisa, éste excepcional personaje recoge en sí mismo todos los atributos que simboliza la navidad, es decir, además del frio navideño que nos invita a la unión familiar, el también representó y representa la nobleza y el amor a través de sus flores, la bondad y la prosperidad por las frutas y las legumbres que ofrecía, la esperanza y la alegría por sus tallados en madera y la amistad y la confianza al ser un ser muy querido en su época.

Algunos que conocen su historia nos cuentan

“Pacheco” era un hombre bueno y querendón, floricultor galipanero que vivió en el siglo XIX, aunque no se tiene fecha precisa de su existencia, se sabe que vivió en este siglo tomando como referencia al Ayuntamiento de Caracas, que en 1809 destina el terreno de la Plaza de San Jacinto a Mercado de las flores, frutas y dulces, y en febrero de 1865 el Gobierno de Antonio Guzmán Blanco autoriza la demolición de la iglesia y utiliza la vieja estructura del convento para desarrollar en este espacio el Mercado de San Jacinto o Mercado Central, fusionando al mercado de las flores, frutas y dulces con el mercado que antes funcionaba en la Plaza Bolívar, llamada antiguamente Plaza Mayor o plaza del Mercado, antes de esta ultima fecha “Pacheco” tenía su punto preferido en el Mercado de las flores, y después de la fusión estableció su lugar favorito cerca de las jaulas de los vendedores de pájaros, frente al negocio “La Atarraya” (ver foto) y otros locales donde estaban a la mano el vasito de berro o el de aguardiente de caña, remedios infalibles para aliviar el frío intenso que se había traído consigo desde Galipán y la cumbre del Waraira Repano, aires con los que ponía a temblar a pobres y ricos.

Su casa estaba ubicada en el pueblito de Galipán en el Waraira Repano, de donde él era originario, esta majestuosa montaña es considerada todavía como el escudo que separa al clima caraqueño del clima litoralense, este era un pueblo lleno de flores y gente hacendosa, en donde sembraban los más hermosos claveles, las yerbas más olorosas, las más grandes legumbres y las más hermosas frutas, para vender todo eso en el mercado de la capital o mercado de San Jacinto, hay quienes dicen que a “Pacheco” no le gustaba mucho Caracas, aquella la de los techos Rojos, y aun menos La Guaira ya que no estaba acostumbrado ni al calor del litoral, ni al ruido de la ciudad, ni a las carretas a caballo, ni a los pregoneros, ni a muchas otras cosas más, es por eso que solo bajaba a la ciudad a partir de el mes de Noviembre, cuando en la montaña se fortalecía el frío, ya que de esta manera él sabia que Caracas estaría también más fresca y placentera, acostumbraba a bajar por el Camino de los Españoles y entraba por la Puerta de Caracas en La Pastora, allí hacia su primera parada, vendía parte de la carga frente a la Iglesia de “La Pastora”, luego continuaba su peregrinar hasta el Mercado de las flores primeramente (1809), y luego Mercado Central (1865) en San Jacinto en donde terminaba de vender lo que le quedaba, haciendo varios viajes desde Galipán hasta la ciudad y viceversa, de esta manera en Caracas se comenzó a asociar la llegada de “Pacheco” con la época más fría del año, que va desde Noviembre hasta Enero cuando él hacia el ultimo viaje y no regresaba más hasta el siguiente Noviembre.

“Pacheco” bajaba del cerro todavía a oscuras, en la madrugada por ese pequeño camino lleno de leyendas y mágicas historias, con su carreta llena de flores bonitas, frutas y verduras frescas para venderlas, además de algunas pequeñas tallas hechas en madera representativas de la vida que él llevaba como: culebritas, pajaritos, carretas, frutos, entre otros, para agradar a los niños y niñas del mercado y algunos en el camino. Se decía que por allí entraron los primeros españoles a Caracas, y que construyeron ese caminito de piedra a punta de sudor y espada, luchando constantemente contra los feroces caribes, que poblaron la montaña desde tiempos inmemoriales, también se decía que sus espíritus rondaban esos caminos, y se habían convertido en parte de la montaña, a “Pacheco” no le atemorizaban esos cuentos, él había nacido allí, él era parte del Waraira Repano y junto a sus mulas conocía cada una de las piedras, árboles y senderos que hacían parte del cerro, nadie como él podía ubicar las yerbas medicinales que la montaña escondía, cuando le hacían un encargo para un enfermo, solo él sabía reconocer el sonido de cada pájaro, cada culebra, cada viento rozando el follaje de los árboles, él se creía dueño de esa montaña que se levantaba entre el mar y el valle caraqueño, y por eso atravesaba siempre ese camino con su mula a un lado, más la neblina y el frio que le penetraban hasta los mismos huesos.

“Pacheco” se hizo querer tanto por los caraqueños, que aún estando él vivo le gastaban bromas que luego se convirtieron en dichos populares, por ejemplo: -¡Ahí viene Pacheco!... ¡llegó Pacheco!...-, - Si así está aquí de frío, ¿Cómo estará Pacheco?-, - que Pacheco está pegando -, -llegó Pacheco y llegó el frío-, entre otros; tales dichos se siguen utilizando hoy en día, no solo en Caracas, sino en toda Venezuela y en muchas partes del mundo. Quienes ni siquiera soñamos con conocer a “Pacheco”, conocemos por lo menos su relación con el frío, y algunos su historia, pero hay personas que sus antepasados si conocieron a este “insigne hombre”, y lo consagraron al tiempo, trasmitiendo de generación en generación no solo su historia, además también sus características; las personas que lo conocieron contaron: era un hombre humilde, sencillo, de barbas grisáceas hasta el cuello, de mirada fija, siempre estaba alegre, le gustaba vestir ropa clara usualmente blanca, en cuanto al calzado, variaba entre alpargatas y botas de cuero españolas, y según éste, el sombrero era de pelo de guama o de ala ancha español, también la ruana signaba su personalidad, usando según la ocasión una ruana de lana con flecos muy colorida o una inmensa capa de cuero, y acompañado constantemente por algunas de sus mulas con las que llegaba siempre con su colorida carga al mercado de San Jacinto.

Sin apartarse de la ruta que lo conducía desde Galipán hasta San Jacinto, “Pacheco” entre cantos y saludos, a pesar de que iba entregando su rural, variada e inagotable carga de colores, a sus clientes predilectos, las mulas siempre llegaban con la carreta repleta al mercado, como si no hubiera entregado un capullo; una vez en San Jacinto toda la mercancía volaba cual bandada de mariposas, quitándole el peso a la carreta y aliviando al jumento que se ponía a sonar sus cascos sobre el empedrado en demostración de alegría; tan famosas eran sus flores y lo que transportaba, que a los pocos minutos no le quedaba una azucena, ni un clavel, ni una rosa blanca, ni una talla de madera, ni siquiera una fruta para regalar a la moza que le sonreía al bajar las escalinatas del mercado, o al niño que sollozo esperaba algún presente.

Los abuelos de la Caracas de los techos rojos, siempre alegres y populacheros, les contaban a sus nietos que “Pacheco” era un personaje de leyenda, que bajaba del cerro encaramado en la fría neblina mañanera hasta llegar a la ciudad, para traer cual Mesías todo lo necesario que se utilizaba en tiempos de Navidad en las casas, para alegrar a grandes y chicos.

…La niebla era tan espesa que el Waraira Repano no se veía, desde hacía buen rato venían saliendo detrás de la espesa niebla los campesinos que bajaban por el camino de los españoles con sus mulas tan cargadas que apenas se les distinguían las orejas, de pronto se hizo un gran coro animado por los sonidos de las bestias, del fondo de la niebla del camino surgía un cántico leve que se oía con claridad porque venía del silencio de la montaña:

Caminito de Santiago
Iba un alma peregrina
Una noche tan oscura
Que ni una estrella lucía
Por donde el alma pasaba
La tierra se estremecía

La estrofa dejó un eco leve para luego desvanecerse sin que ninguna figura apareciera tras ella, en vano se esperó a “Pacheco”; él siempre bajaba cantando para que no le temblara la quijada y para infundir ánimo a sus mulitas que jadeaban echando chorros de vapor, los campesinos se regresaron a buscarlo pero sólo encontraron la carreta en mitad del camino, ni rastro de sus huellas ni las de su mula…

A partir de entonces “Pacheco” no se presentó más en la ciudad, su anciana figura no se volvió asomar tras el manto de la espesa neblina del Waraira Repano, pero el frio y la niebla si siguieron bajando como representantes del agricultor de sueños y esperanzas navideñas.

La Leyenda

Pacheco caminaba lentamente, consciente de no haber estado nunca en ese sitio, intentaba ubicar alguna imagen conocida, algún árbol, follaje, ladera, que lo sacara de la duda que ahora le albergaba, lo hacia despacio, peleando con la mula que ya no quería andar más, y enceguecido por la niebla espesa que cubría el sendero, se hallaba perdido en su montaña, sin tiempo y sin espacio, sin paisaje alguno que orientara sus pasos, de pronto se encontró con un largo y estrecho camino que subía hasta perderse de vista y a sabiendas de que ya ese día no podrían llegar a su destino, caminaron y caminaron hasta llegar a un claro, en medio del monte, nada rodeaba sus cuerpos mas que neblina y vegetación.

- Pacheco… - Pacheco…-

Oyó de pronto una voz honda, lejana y asustado, tomó su mula e intentó regresar rápidamente por el sendero que lo llevó allí, pero ya no había nada más que niebla a sus espaldas.

- No temas Pacheco -.

Se oyó nuevamente la voz, como si saliera de todas partes.

- Soy el espíritu de la montaña, ya es el momento de que vengas conmigo -.

“Pacheco” escuchaba en silencio y abrazado a la mula, mientras la misteriosa voz seguía hablándole.

- De ahora en adelante formarás parte de mí para siempre, serás el frío navideño y señor de la neblina, y como lo haz venido haciendo, bajarás desde muy temprano y bañarás en las mañanas con tu frío y tu humedad a todos los pobladores de la ciudad -.

¿Pero quien soy yo para merecer tanto honor?

Preguntó “Pacheco” al espíritu de la montaña y éste le respondió

-Desde hoy serás leyenda y cada Navidad recordarás a todos que estos son tiempos de unión familiar, y al conmemorarte ellos aprenderán a cuidarse, quererse y respetarse como tú les enseñaste mientras estuviste entre ellos -.

“Pacheco” ya no tenía miedo, sabía que éste era su destino y que nada le haría más feliz que convertirse en uno solo con su cerro adorado, poco a poco, su cuerpo y el de su mula se fueron volviendo niebla, y bajaron como una gran nube desde el follaje montaraz hasta la ciudad.

Todo el mundo se preguntaba el por qué de este sabroso frío repentino y ese rocío templado que rodeaba todas las cosas, - Y si aquí está así de frío... ¿Cómo estará Pacheco?.-, murmuraba la gente del mercado de San Jacinto, un poco extrañada al no verlo bajar de la montaña con su mula, su carreta y su carga colorida.

Desde entonces, se escucha la historia entre la del pueblo, y el refrán caraqueño poco a poco fue dándole forma a lo que ahora es el Pacheco de Navidad, por eso, al encumbrarse esa espesa nube que luego baja del Waraira Repano, todos reconocemos en ella al eterno personaje, y ahora decimos con alegría en Navidad: ...

-¡Ahí viene Pacheco!... ¡Llegó Pacheco!...-

En la navidad del 2010 mí esposa mí hija y yo, de alguna manera le dimos forma física a éste insigne personaje (ver fotos), y a partir del mes de Noviembre de cada año estaremos conmemorando a éste icono navideño nuestro, ya que entendemos y nos llena de orgullo saber que tenemos valores autóctonos que pueden tener y tienen relevancia y significado en otras latitudes, es por ello que el llamado a los lectores, es de apoyo a ésta propuesta, y que a partir de las próximas Navidades conmemoremos todos la llegada de “Pacheco”; ya para cerrar e inspirado en la estrofa que el cantaba en su bajada a caracas le escribí unas letras dedicadas a este legendario personaje y a su pintoresca labor, para recrear de alguna manera su caminar por el Ávila, con la intención de invitar y animar a los lectores a crear unas parranditas navideñas homenajeando a “Pacheco”.

Llegó Pacheco

Ahí viene Pacheco, llegó Pacheco
Está entrando la Navidad
Ay que frío, que frío el que tengo
Que frío el que a mí me da

Caminito de Santiago
Iba un alma peregrina
Una noche tan oscura
Que ni una estrella lucía
Por donde el alma pasaba
La tierra se estremecía

Ahí viene Pacheco, llegó Pacheco
Está entrando la Navidad
Ay que frío, que frío el que tengo
Que frío el que a mí me da

Desde el pueblo e Galipán
En el Waraira Repano
Flores, legumbres y frutos
Son tallados con sus manos
Camino hacia San Jacinto
Donde esperan sus hermanos

Ahí viene Pacheco, llegó Pacheco
Está entrando la Navidad
Ay que frío, que frío el que tengo
Que frío el que a mí me da

Frente al puesto la Atarraya y la venta de los pájaros
Te esperan todos contentos con tu carga colorida
Con un vasito de berro o de aguardiente de caña
Para mitigar el frio y calentar la mañana

Ahí viene Pacheco, llegó Pacheco
Está entrando la Navidad
Ay que frío, que frío el que tengo
Que frío el que a mí me da

Autor: Rómulo Pérez

Lo cuentan las voces de los que se resisten.

Publicado por ROMULO PEREZ “por una conciencia Socialista”

« ... Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez...»
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01/03/11