martes, 23 de julio de 2013

ORÌGEN DE LOS WARAO



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
ORÌGEN DE LOS WARAO
(Warao significa "Gente de Curiara")

La leyenda:

Cuenta una leyenda, que los warao vivían sobre las nubes. Un día, un joven llamado Buen Brazo disparó su arco para cazar un pájaro, pero erró y la flecha cayó al suelo. Cuando buscaba la flecha, Buen Brazo observó un huequito en el suelo y cavó hasta hacer un hueco más grande en el piso del cielo y vio la tierra. El joven descolgó las cuerdas de su chinchorro y se deslizó por ellas hasta abajo.

En la tierra encontró mucha comida. Entonces, regresó al cielo para contar a su gente lo que había descubierto. Al oírle, los warao gritaron: “vámonos, aquí no hay comida, allá abajo sí”. Tomaron las cabuyas de sus chinchorros y se deslizaron por ellas hasta estas tierras, donde encontraron fruta de moriche, báquiros y pescaditos de morichal. Los warao estaban muy felices, decían: "tenemos suerte, se acabaron los sufrimientos”.

Desde hace miles de años, los warao viven en el delta del río Orinoco, rodeados por una hermosa vegetación y una gran cantidad de animales. Los warao están muy asociados al agua, siendo su principal medio de transporte y la fuente de alimento de muchos alimentos, como los cangrejos y los peces.


YABARANA  
Miércoles, 29 de octubre de 2008

“Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

viernes, 12 de julio de 2013

CUATRO CUENTOS PEMONES (IV) Kumarwa, el Curare



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
CUATRO CUENTOS PEMONES
(IV)
  Kumarwa, el Curare
“Fueron los Toron, los Pájaros, que nos encontraron Kumarwa-el-Curare”.


—Dime, U-chiti-koko, dime, Oh Abuelita mía, ¿Dónde está mi mamá?

—U-Mu... tú lo sabes, Oh Hijo mío... está en el Konuko, se fue a buscar Kanari y Kesera, Yuca de cocinar y Yuca del pan de Kasabe y Yuca de la cerveza Kachiri, Aveku la yuca dulce y May, la amarga.

—Dime Koko y los Pemón y los Hombres, ¿adónde se fueron?

—Tú lo sabes Oh Hijo mío... se fueron a cazar o a pescar...

—¿Se fueron con Kurak-Titiipan?

—Sí, claro... con Kurak-Titiipan la Cerbatana-Silenciosa, para traernos Maruk la Gallinita de monte...

—¿Y se llevaron flechas con Kumarwa?

—¡Pero claro que sí, Hijo, con curare... Pero anda a jugar con tu hermanita, tengo que terminar esta cesta para tu padre, los peces pronto van a remontar el río. ¡Deja a tu vieja Koko, ella puede todavía trabajar!

—U-koko, Oh Abuela mía, ¿Es verdad que fueron los pájaros quienes trajeron el curare a los hombres?

—Sí u-Mu, sí Hijo mío, tú ya lo sabes, ya te conté la historia de Mochima-la-Harpía y de Ayiten-el-Pájaro-Carpintero que quiso morir por los Hombres...

—¡Kamake, kamake, u-chiti-koko, cuénta, cuéntalo otra vez, Oh Abuelita mía!

—Bueno pues...

—Muere-daktay, en ese tiempo, los Hombres y los animales hablaban y trabajaban juntos, pero ya no podían casarse... Muere-daktay, en ese tiempo, Mochima-el-Águila-Harpía arrasaba con toda la selva. Iba en los nidos, le caía encima a los pueblos, reventaba los huevos de los pájaros, reventaba los ojos de los Hombres, ¡chirik, chirik, chirik!

Nosotros los Indios, nosotros los Hombres, estábamos muy tristes. Los Pájaros, amigos nuestros en ese tiempo, estaban también muy tristes. Los Hombres ya no podían cazar y se morían de hambre, los Pájaros ya no tenían hijitos... La vida de la selva era muy dura por culpa de Mochima-el-Águila-Harpía.

Un día, los Hombres y los Pájaros estaban juntos trabajando en la construcción de una nueva Tapuy.

Kurachire el ruiseñor de la selva cantaba. Hacía bastante tiempo que Mochima no había pasado por allí. Ayiten-el-Carpintero traía las lianas de los árboles, los otros pájaros buscaban las palmas del techo. Todo el mundo trabajaba hablando, es decir cantando. Maruk-la-Gallina, que no sabe volar ni cantar, miraba a todo el mundo y de vez en cuando, se iba a la selva a buscar piñas salvajes para la sed de los Hombres.

Pero Mochima llegó. Y Mochima lo destrozó todo. Y Mochima-el-Águila-Harpía, sacó los ojos al hombre que amarraba las palmas en lo alto del techo de la Tapuy.

Entonces todo el mundo lloraba. Hombres y Pájaros juntos.

Entonces Maruk que no sabe cantar, se puso a hablar.

Hay que matar a Mochima, es demasiado mala con los Hombres y los Pájaros, dijo ella. Pero Hombres y Pájaros se pusieron a gemir...

¡Oh Maruk, es imposible. Kurak-Titiipan, la Cerbatana-Silenciosa tiene las flechas tan débiles y el cuero de Mochima es tan duro!

Pero Maruk-la-Gallina seguía con su idea.

Yo conozco un árbol. Cuando me paseo cerca de él, me da ganas de dormir para siempre. La sangre de este árbol da ganas de dormir para siempre. Vamos a hablar con él, dijo ella.

Todos los Pájaros y todos los Hombres se pusieron en fila detrás de Maruk y caminaron, sen sen sen, son son son, caminaron, caminaron hasta el Árbol-que-hace-dormir-para-siempre.

Pero cuando Maruk se paró, todo el mundo se paró también. Veían muy bien el Árbol, pero ninguno quería acercarse para hablarle.

Nadie deseaba dormir para siempre.

Fue Ayiten quién se decidió.
Voló hasta el Árbol. Y como un pájaro-carpintero cuando encuentra un árbol siempre lo picotea, picoteó El-Árbol-que-hace-dormir-para-siempre.

¡Aytuuu!

Se cayó para atrás. Pero Wandanwan-el-Comején, que come madera como el pájaro carpintero, le hizo un remedio con Kavay-el-Tabaco y Ayiten pudo levantarse. Pero enseguida quiso ensayar de nuevo. Voló hasta el árbol y ¡Aytuuu! Se cayó otra vez. Pero como los comejenes lo querían, volvieron a darle el gusto de vivir.

Los Pájaros y los Indios sabían ahora que la sangre de ese Árbol hacía realmente dormir para siempre.

Entonces, con totumitas, ayudados por los comejenes que no temían al Árbol, se llevaron la sangre negra del Árbol-que-hace-dormir-para-siempre.

Cuando Mochima volvió, estaba esperado. Y como los pájaros tenían miedo de mojarse los picos con la sangre del Árbol, los Hombres la pusieron en las flechas de las cerbatanas.

Cuando Mochima recibió la primera flecha, se puso a reír. Se burlaba de los Hombres y de los Pájaros... Pero, ¡Aytuuu! Dejó de reír. No veía más nada, sus alas estaban tiesas, el frío le agarraba el corazón.

Se durmió para siempre.

—¿Etikasak, Koko?

—Ina, etikasak, Mochima-el-Águila-Harpía había muerto. Y los Hombres y los Pájaros eran por fin libres.

—Dime, Abuela, ¿Cómo es? ¿Cómo se llama el-Árbol-que-hace-dormir-para-siempre?

—¡U-Mu! ¡Wapute! ¡Es un secreto, Hijo mío! Es asunto del Piache, secreto del Brujo. Un secreto terrible. Sólo para los Piaches. ¡Hombres malos podrían tener ganas de hacerse Kuadu-la-Guerra con Kumarwa-el-Curare! ¡Pemonton-Etikasak! ¡Sería la Muerte-de-los-Hombres!



      Elbatrina Rodríguez-Este de Clauteaux
Letralia (Tierra de Letras)
Año X N° 130



    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”

viernes, 5 de julio de 2013

CUATRO CUENTOS PEMONES (II) Enkute, el engaño



“Lo cuentan las voces de los que se resisten”

Identidad y Tradición
CUATRO CUENTOS PEMONES
(II) 
Enkute, el engaño
“El Cuento dice que es por culpa de Okoyima-kuasu que el Pemón
encontró Enkute-el-Engaño”.


Muere-daktay, hace mucho tiempo, antes de la llegada de los Teponken, de los Vestidos, a Pata-Pemonton, al País-de-los-Hombres, las arenas de los ríos eran amarillas de Okoyima-kuasu, de la baba de la Gran-Culebra, el polvo de oro.

A los Pemón, después de bañarse en el río, les gustaba acostarse en la arena amarilla. La baba de Okoyima resplandecía sobre las pieles oscuras.

Muere-daktay, en ese tiempo, el cuerpo de los enamorados brillaba a los rayos del Sol.

Entre las piedritas de los ríos, se encontraban también Pia-Yénu-Paru, las Lágrimas de los Antepasados, esos diamantes que los Inkreschi, que los Ingleses de Wayana aman tanto. Son esas Pia-Yenu-Paru, que el Brujo hace hablar en su maraca mágica. Ellas lo ayudan a comprender la Voz de las Cosas y también la de los Espíritus de Pata-muese, de Allí-donde-se-espera.

Tauron Panton, el Cuento dice que fue por culpa de Okoyima-kuasu que el Pemón encontró a Enkute-el-Engaño.

...Muere-daktay, en ese tiempo, los Teponken llegaban a Pata-Pemonton, al País-de-los-Hombres, por la Guayana inglesa.

Numerosos como las hojas de los árboles, eran malos como los Makunaimas burlones. Los Teponken sabían que los ríos de Pata-Pemonton tenían oro y diamantes. 

Ellos traían consigo arakabusas, fusiles para cazar Hombres, como se caza hoy Waikin-el-Venado o Kaikuse-el-Jaguar...

Los Teponken no querían el oro para pintarse como hacen los niños y los enamorados, ellos tienen la piel blanca y frágil.

No se bañan nunca y huelen mal como Samanta-la-Rigidez, Samanta-la-Muerte.

El Cuento dice que las camisas que llevaban tenían adentro Enek-la-Enfermedad. Ellas mataban más Pemón que las Arakabusas. Los Teponken venían a buscar Okoyima-kuasu, pero el oro los había vuelto locos, e Iwon-el-Hambre caminaba con ellos.

Tauron Panton, el Cuento dice que un día Urupere, el Rui-ko de los Pemón de aquel tiempo, un Hombre lleno de sabiduría, fue a consultar a su Piasan para hablar con las Cosas, como Pia-Daktay, como en los Tiempos Antiguos. Con el Brujo, con el té Ayu, con el humo de Kavay-el-Tabaco, con los Taren mágicos, Urupere logró oír la Voz-de-las-Cosas de los Tiempos Antiguos. Pero el Cuento dice también que fue así que descubrió Enkute-el-Engaño.

He aquí lo que dijeron las Voces de los Tiempos Antiguos a Urupere...

Anda Oh Tú, Hermano-Mayor de los Pemón...

Teponken etama, háblale a los Vestidos.

Pero que de tu boca no salga nunca más Dayre-lo-Verdadero, sino siempre Kaima-lo-Falso.

¡Engáñalos hasta la muerte, cánsalos, confúndelos, esconde, enreda las pistas, que sean adawepan, que estén extraviados como los locos, que estén enkurutun como los ciegos, que no sepan dónde se encuentra el principio del camino, ni su fin!

Hazlos amar por Iwon-el-Hambre. Que todos los que él no devore, se vayan a Paru-Ratoy-po, del Otro-lado-de-la-Gran-Agua, de allí de donde vinieron, guiados por Kanaima-el-Diablo.

¡Anda Oh Tú, Urupere, conduce esos Enek, esas Enfermedades, fuera de nuestra madre la selva!

Urupere, el Hermano-Mayor tan hábil, hizo tal como le habían ordenado las Voces de las Cosas. Y los Teponken que no habían podrido al borde de un río, se volvieron Pata-Teponken, al País-de-los-Vestidos.

Por culpa de los Vestidos, de los Blancos, los Pemón descubrieron Enkute-el-Engaño. Y su vida no fue nunca más igual.

Sereware, ahora, ellos son titiipan, silenciosos como la serpiente.

Wapute-el-Disimulo está en su corazón. Kachima-la-Mentira es su amiga.

Tauron Panton, el Cuento dice que fue gracias a Urupere que los Teponken, que los Blancos, perdieron la pista de El Dorado.

Pero es también desde ese tiempo, que los Pemón son callao, son Mo-re, son Los-que-se-callan, no aman a Enkute-el-Engaño.

Tauron Panton, así dice el Cuento.

      Elbatrina Rodríguez-Este de Clauteaux
Letralia (Tierra de Letras)
Año X N° 130

    “Por una conciencia Socialista, dejémonos de guardar silencio”